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Diario YA


 

Tailandia: El sabor de una pesadilla

Noticia del canal ruso RT sobre el Golpe de Estado en Tailandia

Juan Pérez. Playas inacabables de arena fina blanca, sol y aguas cristalinas en lagos que desaparecen tras el horizonte. Parece una fotografía del popular anuncio con el slogan “sabor del paraíso”. Pero desgraciadamente Tailandia, conocido como la tierra de las sonrisas, se ha convertido en uno de los destinos más peligrosos de la tierra.

Explosión en el centro de Bangkok, este año en Agosto con veinte muertos, incluido cuatro extranjeros. Ese día estaba en la capital, lejos del lugar de la explosión, pero nos una gran sensación de miedo. Para Tailandia un “accidente” así es como normal, no una emergencia, acostumbrada a múltiples accidentes de carretera, asesinatos –también de extranjeros- y muchos incidentes más que van acompañados de la promesa de “probar el paraíso”.

Esta situación de Tailandia no es una sorpresa, y tiene razones de peso para ello: Una economía en recesión con un mal gobierno, corrupto en todas las esferas de la vida y encima de todo, la inestabilidad política. El país parece liderar el desorden y el caos en la región del sudeste asiático. Pero hay algunos datos. Desde 1932, con la disolución de la Monarquía absolutista, Tailandia ha sufrido 19 golpes de estado, de los cuales 12 triunfaron.

El último golpe de estado tuvo lugar el 22 de mayo de 2014. Tras meses de protestas contra el gobierno, los militares tomaron el control del gobierno, disolvieron el Senado y suspendieron la Constitución. Merece la pena señalar que durante los últimos ochenta años la constitución ha cambiado 18 veces. Los militares establecieron una Junta llamada Consejo Nacional para la Paz y el Orden, que unanimamente eligió al General Prayut Chan-o-Cha como nuevo Primer Ministro del país. Pronto el rey le designó para gobernar el país, lo que en Tailandia significa la legitimación de la toma de poder. Pensemos que el rey Bhumibol Adulyadej lleva desde 1946 sin que le tiemble la mano, apoyando a gobiernos sin tener en cuenta cómo fueron formados, con elecciones democráticas legales o con ggolpes de estado.

Los militares en Tailandia tienen mucho poder y tiene competencias para dirigir el país en caso de inestabilidad. Y los generales no tardaron en aprovechar esto. Tras el golpe de 2014 los militares detuvieorn a miembros de la clase política, algunos científicos y periodistas, declarando el toque de queda y cerrando los medios de comunicación. Tl toque de queda sólo se levantó un año tras el golpe de estado.

Además de una falta de estabilidad en el país, Tailandia tiene problemas con sus fronteras externas. La larga disputa con la frontera con Camboya ponen de nuevo a los países vecinos al borde de una guerra a gran escala. Hasta ahora sólo ha habido escaramuzas en las fronteras con muertos y heridos. Durante una de esas escaramuzas, Camboya acusó a los militares de Tailandia de usar gases neuroparalíticos y bombas de racimo, prohibidas por las leyes internacionales. Tailandia deniega esas acusaciones.

Todos estos factores determinan de una manera obvia la reputación de Tailandia ante los ojos, no sólo de sus vecinos, pero de Occidente. Los golpes de estado en Tailandia que se repiten una y otra vez han sido condenados por numerosas naciones, cuyos representantes han dicho que no existían justificaciones para llevarlos a cabo y que tenían que acabar con acuerdos económicos políticos vitales con Bangkok.

Así pues, no es una sorpresa que Tailandia insulte su propia reputación y su nombre se relacione con un aliado poco o nada fiable además de uno de los países más inseguros del mundo. Lo más sorprendente de esta cuestión es que siendo consciente de estos riesgos y peligros algunos turistas sigan yendo a descansar a Tailandia. Aunque a veces no descansen nada por los sustos. Y lo que más me sorprende es que Tailandia, con esa deplorable reputación, espera obtener un asiento en el lugar donde se da forma al futuro de todo el mundo. Tailandia es candidato para ser miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en 2017-2018. El país que no es capaz de dar ejemplo quiere participar en sellar los destinos de otros. Políticos que no son capaces de establecer el orden en su propio país van a establecer el orden en una escala mundial.

Es evidente que países con esas biografías en el lugar donde se decide la balanza del mundo, en pleno corazón de la principal organización internacional, no contribuirá en el fortalecimiento de su liderazgo. Mientras que el liderazgo, en este momento, es una necesidad de primer orden para las Naciones Unidas, que es esencial para resolver los conflictos de larga duración y los que aún han de surgir.

Sólo aquellos que demuestren con su ejemplo de éxito personal lo que otros sólo buscan, podría devolver el liderazgo a las Naciones Unidas. Sólo los países que demuestren estabilidad económica y política, adherencia a los valores democráticos y responsabilidad global a pesar de cualquier cambio externo, veden ser un ejemplo para una adecuada candidatura para la Organización. Este tipo de estado podría hacer recuperar la confianza mundial y el respeto a las Naciones Unidas. Tailandia, obviamente, es un candidato inadecuado para este tipo de misión.