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Diario YA


 

De Diagonal mar al casco antiguo

Tema Denuncia: El Raval a mediodía

Rafael del Barco Carreras. Del juicio a la corrupción en la Delegación de Hacienda de Barcelona al degenerado Raval. Si mi intención el día 15 era fotografiar el estropicio de las nuevas construcciones relacionadas con las corrupciones de la empresa municipal PROFIDESA, lo de los vecinos y su blog, RAVAL PER VIURE, me impresionó tanto, que no atreviéndome fotografiar, me prometí volver. El destrozo y las corrupciones en el “Casc Antíc” son la menor de las preocupaciones de sus ciudadanos. Al tiempo que el Ayuntamiento Socialista dilapidaba en la especulación-burbuja-fraude de la Diagonal hasta EL FÓRUM (EL FORRUM)  la incomparable vieja Ciudad sufriría también los “Barcelona, 30 años de corrupción”.

Mi sorpresa, dos días después, la mucha policía, que me pareció sin relación con la huelga de la Enseñanza de ayer. Pero con policía o no la actividad del barrio seguía a tan buen ritmo que a las tres de la tarde tampoco me aventuré a  fotografiar a placer.

Pero volveré. Hacía demasiados años que no pisaba esas callejuelas degeneradas hasta  decir BASTA, reflejado por los carteles en los balcones.

 He visto viajando por el Mundo enclaves parecidos, pero NINGUNO, que recuerde, PEOR QUE EL RAVAL. Y digo lo de cuando hace unos meses comenté las mundialmente célebres fotografías de las columnatas de la Boquería donde cerrado el mercado se fornicaba a la vista de cualquier viandante o vecinos; “lo de menos las prostitutas”.

Los dos tomos de mi viejo libro “Las calles de Barcelona”, 1866, me lo confirman (ver fotos en www.lagrancorrupcion.blogspot.com),  ellas andan por ahí desde que había huertos y conventos, ¿tendrán derecho de estancia adquirido por el tiempo?, pero repito que lo de menos es el comercio del sexo, lo peliagudo es la heroína y demás drogas. Y no se retienen, hasta con la policía a unos metros invitan a comprar.

Había visto por la Tele los reportajes de las Ramblas por la noche, o Plaza Real y calle Escudillers, donde ya muy pocos barceloneses se atreven a pasear, pero no se ha metido a plena luz del día en la calle Robador. Lo mismo los del centro de Madrid y su Casa de Campo, tomada por la prostitución. O La Cañada (en Barcelona las hay varias) barrio de chabolas y automóviles de alta gama. Pero lo del Raval, será por lo abigarrado de las calles, supera cualquier imaginación. Hasta por el aire, porquería y los olores, debe ser fácil infectarse.

Recuerdo el famoso libro de Camilo José Cela, “Izas, rabizas y colipoterras”, con una liliputiense ofreciendo sus servicios en aquel Barrio Chino del “sábado sabadete, camisa limpia y polvete”. Son eternas las perversiones sexuales, y ya nada extraña, pero juraría que la mayoría de las meretrices de la calle Robador es imposible que se dediquen al más viejo de los oficios. Que me perdonen, pero son un freno a la lujuria, ni por el coste de la habitación. Sé que me rebatirán esta afirmación, he conocido en la cárcel desde el “asesino violador de ancianas” a peores lindezas, pero a las que me refiero, forman parte del trapicheo y ambiente.