Terremoto, cambio de gobierno, la Roja, bicentenario, rescate de los mineros... ¿y ahora qué?
Gonzalo Rojas Sánchez. Tremendo año el 2010. Sorprendido por el cambio de Gobierno, sacudido por el terremoto, conmocionado por la Roja, festejado por el Bicentenario de la Primera Junta de Gobierno, conmovido por el desastre y rescate de los mineros, el país se pregunta: ¿y ahora qué?
La duda no sólo recae sobre lo próximo que nos podría pasar en las grandes dimensiones, sino también respecto de si sabremos vivir sin esas tremendas sacudidas.
¿Se la puede Chile para un día a día sin mayor relieve? ¿Se la puede para un 11 de noviembre muy parecido al 10 y casi idéntico al 12?
Uno de los rasgos más acentuados del
carácter nacional, el cortoplacismo en los objetivos, juega en este caso a nuestro favor. El chileno es -somos- persona de mirada acotada; nuestros horizontes son más bien cercanos. Y lo que puede ser un defecto por carencia de imaginación, de innovación y de globalidad, tiene la ventaja de ayudar a mirar el día a día con sentido más realista y práctico.
Pero, oh la farándula. Ella, bruja
disfrazada de doncella, intentará por todos los medios mantenernos en las cumbres del espectáculo, mientras que lo que de verdad tira a los chilenos es apoyarse en las rocas de la realidad diaria.
Sólo quienes sean capaces de darle a sus 14, 27 ó 102 decisiones de un martes cualquiera -simples, específicas- un valor de trascendencia, serán capaces de vivir contentos, solidarios y productivos en un país al que muy mal le haría acostumbrarse a vivir esperando la próxima gran noticia.
Lo ordinario, al fin de cuentas, implica reconocer y desarrollar un orden.