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varias nacionalidades, capital italiano, contactos virtuales y personales de ámbito internacional

Terrorismo anarquista en España, ¿todavía?

La detención, el 13 de noviembre, de los 5 presuntos responsables del atentado contra la Basílica del Pilar de Zaragoza, plantea algunas cuestiones de “rabiosa actualidad”. ¿Es un éxito de la lucha antiterrorista? ¿Qué peso tiene hoy día el anarquismo en el conjunto del terrorismo? ¿Es el inicio de una campaña anarquista de objetivos más amplios? ¿España sufrirá nuevos ataques? Sobre todas estas cuestiones, José Luis Orella, ha dialogado, con motivo de una vista a Madrid desde su Pamplona natal, con Fernando José Vaquero Oroquieta, estudioso del terrorismo, colaborador ocasional de este medio y autor del libro La ruta del odio. 100 respuestas claves sobre el terrorismo (SEPHA, Málaga, 2011, 429 páginas).
 
  
Pregunta: La detención de estos cinco supuestos responsables del atentado con explosivos contra la Basílica del Pilar de Zaragoza, uno de los símbolos religiosos y nacionales más queridos en España, en su diversa participación, ¿puede calificarse de un éxito de la lucha antiterrorista?
  
 
Respuesta: Sin duda, así es. Las nuevas tecnologías permiten actuaciones terroristas nada “clásicas”, y la realidad de este grupo lo confirma: una pareja chilena, colaboradores de varias nacionalidades, capital italiano, contactos virtuales y personales de ámbito internacional, movilidad geográfica, dispersión temporal, dimensión de célula… Los servicios antiterroristas del Ministerio del Interior español, acaso pese a su titular, han alcanzado un indudable éxito.
  
 
P.: Parece confirmarse su ideología anarquista. Pero, el anarquismo, ¿no estaba pasado de moda? ¿Dispone, todavía, de bases sociales?
 
  
R.: En absoluto puede afirmarse que esté pasado de moda. El anarquismo/movimiento libertario ha sufrido una profunda transformación en España. Ya no es el movimiento de masas que llegó a ser de la mano de la CNT-AIT durante varias décadas. Su práctica es minoritariamente sindical, decantándose por otras formas de lo que denominan “autoorganización alternativa” (movimiento “okupa”, “bloques negros”, pedagogía, nudismo, alimentación alternativa, teatro social, producción literaria y artística, editoriales y publicaciones impresas y digitales, difusión en redes sociales, apertura y convergencia con el ecologismo y al feminismo, centros sociales autogestionarios/ateneos libertarios, grupos de solidaridad con anarquistas detenidos en diversos países, inserción organizada en la contestación radical-izquierdista a la globalización… También España, como en tantas otras cuestiones, es una excepción, no en vano, una organización sindical “posibilista”, la CGT, escisión de la histórica CNT, es seguramente ya la tercera fuerza representativa en España; además de contar con un numeroso grupo de entidades satélite de todo tipo y de indudable creatividad social. La histórica CNT, por su parte, aislada por su apego a la anticuada práctica de la “Acción directa”, está relegada; además de existir otras fuerzas sindicales, caso de Solidaridad Obrera, de filiación libertaria. Puede concluirse, por tanto, que el movimiento libertario está priorizando otras vías de acción no-violenta, con nuevas generaciones de militantes. Acaso más indisciplinados e inconstantes que en el pasado. Y en esa pluralísima realidad, el terrorismo es la excepción. Por otra parte, algunas de sus “banderas”, tales como diversas manifestaciones libérrimas de autonomía personal, así como otras exigencias subjetivas y colectivas, han sido asumidas, en buena medida, por la moderna mentalidad común.
  
 
P.: Sintéticamente, ¿qué papel ha jugado el anarquismo en el desarrollo del terrorismo?
 
  
R.: Desde su implantación en Europa, aunque también en países americanos, en el siglo XIX, el anarquismo desató virulentas campañas incendiarias por medio de una propaganda y verborrea revolucionarias que denunciaban grandes males y auguraban fatales crisis inmediatas, junto a ineludibles revueltas masivas y violentas... En su lenguaje propagandístico y doctrinario definieron al terrorismo como “propaganda por los hechos”; prefigurando la marxista “propaganda armada”. Sus campañas más impactantes, por medio de colocación de bombas, algunos magnicidios, y otros diversos atentados personales, se desarrollaron en Gran Bretaña, Francia, España e Italia hacia 1890. Sus autores fueron, en la mayor parte de los casos, activistas solitarios o grupos minúsculos. En 1881 es asesinado el zar Alejandro II de Rusia; en 1894, el presidente de Francia Carnot; el 10 de septiembre de 1898 el anarquista Luigi Lucheni asesina en Ginebra a la emperatriz de Austria, Isabel; en 1900 Bresci acaba con la vida del rey Humberto I de Italia; en 1901 León Czolgosz elimina al presidente norteamericano Mckinley... Pero tales atentados, en contra de lo pretendido y anunciado, ni precedieron a gigantescas convulsiones sociales ni desataron la revolución anunciada. No obstante, salvo en España, donde el movimiento anarquista forjó una multitudinaria organización de masas ya avanzado el siglo XX desde la que emanaron diversas expresiones terroristas durante décadas, en el resto del mundo -particularmente en Europa occidental pese a su aparatosidad e inicial impacto- nunca alcanzó niveles realmente preocupantes.
 
  
Pero, pese a sus resultados un tanto modestos, desde la discutible perspectiva de la “eficiencia terrorista”, el anarquismo contribuyó a la configuración del terrorismo moderno, imprimiéndole la carga voluntarista y mesiánica que le ha caracterizado desde entonces, además de iniciar y experimentar algunas de sus modalidades más espectaculares: los magnicidios y los atentados con explosivos.
 
  
P.: ¿Y en el caso particular de España?
 
  
R.: Ya hemos hablado algo del papel que jugó en el pasado. En su inmensa mayoría, especialmente a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, su “edad de oro”, lo protagonizaron pequeños grupos caracterizados por un voluntarismo y fanatismo formidables. Su extremo individualismo, tributo de su ideología libertaria y su rechazo de cualquier disciplina externa y de toda jerarquía, les arrastró a que el número de sus integrantes fuera muy pequeño: incluso de unos escasos dos o tres sujetos. En el siglo XX, su realidad se amplificó, facilitándoles su extensión una poderosísima CNT y su facción radical, la FAI. Sin duda, la Historia de España habría sido bastante distinta de no haber sufrido el terrorismo anarquista ni el peso e impacto del movimiento libertario. Recordemos algunos hechos. Antonio Cánovas del Castillo, político conservador artífice de la Restauración y del régimen político de alternancia que llevó su nombre, fue asesinado el 8 de agosto de 1897 en el balneario guipuzcoano de Santa Águeda por el anarquista italiano Angiolillo Michel. José Canalejas Méndez, líder del Partido Liberal, fue asesinado el día 12 de noviembre de 1912 mientras observaba el escaparate de la célebre Librería San Martín, situada en la Puerta del Sol de Madrid, por el anarquista Manuel Pardinas Serrato. Eduardo Dato Iradier, presidente del gobierno español, fue asesinado el día 8 de marzo de 1921 en la Puerta de Alcalá por los anarquistas Ramón Casanellas, Luis Nicolau y Pedro Mateu. Condenados a muerte, Primo de Rivera conmutó dicha pena por la de condena perpetua, que no se llevó a efecto al encontrarse –dos de los tres autores– huidos fuera de España. Dos de ellos, por su parte, terminaron militando en el comunismo. Y no olvidemos la llamada “guerra social” que sufrió Cataluña, especialmente Barcelona, entre 1917 y 1923.
 
 
 P.: Una ideología, que cree en la bondad intrínseca del ser humano, ¿cómo ha podido caer en semejantes excesos terroristas?
 
 
 R.: Se trata de una de tantas contradicciones de esta ideología utópica. Afirma que el ser humano es bueno por naturaleza. El Estado, la Iglesia y el capital, lo han pervertido. En consecuencia, hay que destruir esos tres poderes para “liberarlo”, aunque sea a la fuerza. De ahí la “tentación terrorista”; muy notable en el pasado y minoritaria hoy día. La utopía, tendencialmente “emancipatoria”, deviene, así, en instrumento totalitario al servicio de particulares visiones de fanáticos deshumanizados.
 
  
P.: ¿Por qué han atacado bienes y símbolos religiosos y no han perseguido otros objetivos?
 
 
 R.: En realidad, y recientemente, algunos grupúsculos atacaron símbolos y establecimientos carcelarios; otro “leit motiv” de la movilización “emancipatoria-libertaria”. Fue el caso de la “Célula contra el Capital, la Cárcel, los Carceleros y sus Celdas” (acaso relacionada con alguna facción de Cruz Negra Anarquista), que desarrolló una “campaña” consistente en unas cuantas cargas explosivas remitidas por correo contra periodistas y prisiones desde Italia, así como ciertos ataques dirigidos contra intereses económicos de esa nación en España. Pero, ¿por qué esa pareja chilena está tan particularmente obsesionada con la religión? Pudo estarlo con otras instancias “represoras”. Seguramente, algún acontecimiento vital de uno de ellos, o de ambos, pudiera explicarlo.
 
  
P.: ¿Facilita la globalización este tipo de terrorismo?
 
  
R.: Efectivamente, y ya lo comentábamos antes. Las redes sociales y las nuevas tecnologías, facilitan agrupaciones impensables décadas atrás por las dificultades físicas que su acción entrañaba. Ahora, las facilidades son enormes; para lo bueno y para lo malo.
 
  
P.: ¿Se producirán nuevos golpes terroristas de naturaleza libertaria?
 
  
R.: Sin duda. La concurrencia de numerosos jóvenes en episodios de violencia callejera, su movilización en los “bloques negros”, que han recorrido numerosas capitales europeas con motivo de movilizaciones de muy diverso signo, indican la existencia de un creciente número de jóvenes tentados por el discurso y las prácticas “anti-sistema”. Aunque, en general, el movimiento libertario se identifica hoy día con la “no-violencia”, de estas excepciones no puede descartarse radicalizaciones y el salto al terrorismo puro y duro que, en cualquier caso, dada la naturaleza del movimiento anarquista (inestable, indisciplinado, pluralista) será muy minoritario. Tampoco pueden descartarse acciones terroristas de carácter individual: recordemos el caso de Theodore Kaczynski, “unabomber”, de quien ya hablamos en DiarioYa hace unos meses al reflexionar sobre el fenómeno de los “lobos solitarios y la yihad global”.
 
  
Entrevistador: No dejes de visitarnos, si regresas por la capi. Seguimos en contacto y muchas gracias, Fernando.
 
  
Entrevistado: Por supuesto. Siempre es un honor reflexionar sobre estas cuestiones junto a los lectores de DiarioYa y sus redactores.
 
  
Entrevista realizada por José Luis Orella