The Way, la verdadera esencia de la ruta Xacobea
Víctor Alvarado
A la película en cuestión la podríamos titular como “Trabajo en familia” porque Emilio Estévez dirige a su padre Martin Sheen en una cinta, que descubre la verdadera esencia de la ruta Xacobea, a diferencia de otras producciones, que no se lo han tomado en serio, a excepción de El pórtico de la gloria (1953).
El argumento gira entorno a un prestigioso oftalmólogo californiano que, al enterarse de la muerte de su hijo en los Pirineos mientras realizaba el Camino de Santiago, tratará de seguir los pasos de su vástago como la única forma de restablecer o purificar las desavenencias que pudiera tener con él.
En el apartado interpretativo merece la pena destacar el papel de Martin Sheen, un hombre convertido al catolicismo con todas sus consecuencias, que se siente identificado con el personaje principal y en declaraciones a Fotogramas explicó lo que para el supuso participar en The Way (2010): “No es sólo hacer verdaderamente el Camino, sino descubrir que en el fondo, es el viaje más espiritual, interior, que físico”. Por otro lado, histrionismos iniciales aparte, nos parece muy positiva la aparición de James Nesbit, un actor que suele estar muy acertado con las producciones que escoge como se demostró con Millones y con Cinco Minutos de Gloria, pues su participación le da consistencia y categoría a la historia.
Emilio Estévez ha sabido combinar a la perfección las situaciones de mayor intensidad dramática, desengrasándolas con sabias dosis de humor. No obstante, la virtud principal del cineasta es que ha captado las diferentes realidades por las que unos y otros se animan a participar, desde los que simplemente lo realizan por algún motivo más o menos superficial, a los que lo recorren por sus creencias religiosas como modo de redención. Un ejemplo de la citada redención puede ser el de la protagonista femenina (Deborah Kara) que tiene grabado en su conciencia el dolor por haber abortado y necesita liberarse. En relación con la mal llamada interrupción voluntaria del embarazo (la perversión del lenguaje y los dichosos eufemismos), el realizador apunta el tema de las terribles consecuencias del síndrome post-aborto, que quiere ser silenciado por parte de quien nos gobierna.
Por otra parte, tras unos titubeantes inicios que no auguraban demasiado éxito, la cinta fue ganando en interés y fuerza con el transcurrir de los minutos.
En contraposición con lo positivo, The Way (2010) corre el riesgo de convertirse en un publirreportaje sobre el norte de España, ya que el autor se recrea en la fotografía, pero la verdad es que el nivel paisajístico y monumental lo merece, puesto que sería un pecado capital pasar por Burgos y no fijarse en su catedral o no detenerse en uno de los edificios más elegantes de España como consideramos al Parador de San Marcos de León.
De todas formas, la pifia del largometraje se encuentra en que, aunque seguro que no ha habido mala intención, sino que más bien parece un fallo de documentación, se ha identificado a Navarra como una parte del País Vasco, con lo que sin querer se está haciendo una publicidad que beneficia a los nacionalistas y terroristas de las Vascongadas. Con respecto a este dato lo más sorprendente es que la actriz que hace el comentario haya sido Ángela Molina, que perfectamente podía haber subsanado el error. No sabemos si no habrá podido o no habrá querido decirlo, lo que ya sería más grave.
Por último, la producción nos habla del esfuerzo para conseguir los objetivos que nos propongamos en nuestra vida y del compañerismo. Además, nos ha gustado el guiño al idealista Don Quijote (Martin Sheen) y a su fiel y práctico escudero (Yorick van Wageningen).