Toca madrugar
Pues sí, nos va a tocar madrugar, es una contradicción en fechas veraniegas pero comienzan los Juegos y eso son palabras mayores para los que nos gusta el deporte. Realmente, también para los que no son muy asiduos al seguimiento de las competiciones, ya que la cita olímpica es un acontecimiento que traspasa fronteras. Cualquier ciudadano que va por la calle o que está tumbado bajo la sombrilla de al lado, sabe que los Juegos son en Pekín. Es la competición por excelencia y desde hace años, gracias a Juan Antonio Samaranch, los Juegos de todos, de los profesionales, de las televisiones, de los anunciantes, de los políticos y de la calle. El que se disputen en Pekín conlleva el hándicap del horario pero sin duda, eso en la mayoría de las ocasiones no será obstáculo para que muchos días pongamos el despertador de madrugada para seguir la participación de los nuestros.
La cita olímpica es además la oportunidad que tienen muchos deportistas que trabajan en el olvido mediático, para reivindicarse y tener su momento de gloria. Cada cuatro años, el gran público descubre a unos esforzados deportistas, muchos de ellos vecinos y trabajadores como cualquiera, que por unos momentos se encumbran en la élite para convertir su sueño en realidad. Es su momento, ya que cuando la llama olímpica se apague, volverán al anonimato. Los más afortunados podrán recibir ayudas de patrocinadores para que entrenar no les cueste dinero, pero la gran mayoría, esos que no consiguen aparecer en la foto volverán al esfuerzo de sus familias para costear competiciones que ni siquiera controlamos los propios medios de comunicación. Gracias a la aparición del plan ADO, muchos deportistas han podido seguir entrenando pensando en los Juegos, las filigranas económicas que hacen muchas federaciones, son dignas de elogio. Por eso esta cita olímpica es algo más que una competición, es la posibilidad de reconocer públicamente el esfuerzo de miles de atletas que viven con el objetivo de defender una bandera en la cita deportiva más importante del mundo.
Las fotos se las llevarán Nadal, Gasol y compañía pero no olvidemos a los que no salen en las portadas, a los que buscarán con ahínco pasar a la historia de nuestro deporte,, esos que viven realmente el espíritu olímpico y la sensación de la autentica competición, aunque al final solo les quede tener la medalla, el diploma olímpico o la acreditación en casa y aparecer en algunas enciclopedia. Además, que aprovechen, que nuestra selección de fútbol no está clasificada por lo que por fin, el protagonismo, no será de los de siempre.