José Miguel Tenreiro. Unas breves palabras del presidente del Banco Central Europeo desata la euforia que sólo dura unas horas porque, a continuación, el que ya consideraban gran mago y todopoderoso, emite unas nuevas declaraciones y todo se hunde otra vez.
Es forzoso reconocer que España está herida de muerte y que, por tanto, resultarán estériles cuantas medidas se tomen para tratar de reanimar al país, y que no han de servir más que para alargar cruelmente su lenta agonía.
Tras examinar en el capítulo anterior la quiebra económica que nos deja a disposición de los acreedores, vamos a analizar a continuación el factor humano cuyo reiterado y calculado descuido nos impide cualquier intento de recuperación.
Por si no fuesen lo suficiente elocuentes los datos, tantas veces repetidos a largo de estas páginas, de que España ocupa en natalidad el lugar 219 de un total de 222 países, y que el número de jubilados mayores de sesenta y cinco años es de 10,5 millones frente a su relevo, los menores de tres años, que son tan solo 1,3 millones y menguando, la casta política, en perfecta coherencia con su ausencia de escrúpulos, se olvida de las familias bien al contrario de como proceden los países más desarrollados entre los cuales se esfuerzan por figurar a título partidista o personal.
Véase una muestra obtenida de la Red y en la que el prolijo trabajo de su autor deja patente la relación entre la prosperidad económica y la ayuda prestada a las familias :
En la anterior muestra se observa con meridiana claridad que los países hoy embargados o -eufemísticamente- rescatados son los que menos ayuda prestan a las familias por hijo y mes. Comprobamos la generosidad de Luxemburgo -que no en vano ocupa el segundo lugar entre los más ricos del mundo-, frente a los más avaros: Grecia, Portugal, España, e Italia que, casualmente, son los que sufren con mayor virulencia los efectos de la crisis económica. El caso de España resulta verdaderamente revelador, pues a parte de pagar una auténtica miseria por hijo, limita la ayuda a aquellas familias que no superen los 8.703 euros/año, lo que resulta un insulto y una auténtica tomadura de pelo.
A la vista de los datos anotados, ya se observa, objetivamente, que España no ofrece confianza ni garantía para devolver, tanto en un futuro próximo o remoto, la ingente suma adeudada. Y lo que es peor; mientras la diferencia entre el número de jubilados y el de menores de tres años- base de la pirámide de población- siga en aumento, también lo hará la prima de riesgo y, por consiguiente, los intereses de la deuda. ¿Cómo es posible, entonces, que la estrategia para superar la crisis se base exclusivamente en recortes y más recortes que se traducirán en paro y más paro? Pero lo más llamativo es que los miembros de la denominada troika no aconsejen a nuestros petulantes administradores ninguna medida en esa dirección.
Ya se deduce del cuadro anterior que la ayuda a las familias es fundamental, pero nuestros gobernantes ya nos han demostrado que no creen en la familia ni en cuanto ello significa y, por consiguiente, tampoco es de esperar se adopte ningún remedio similar a los de las naciones más pujantes de la UE. Será la Solidaridad Nacional la que instituya una eficaz ayuda en forma de un mínimo necesario para sobrevivir dignamente, aun cuando se trate de una unidad monoparental, y en las condiciones más adversas: 600 euros por hijo y mes a partir del tercero y comenzando por las más necesitadas. Tal prestación se iría extendiendo paulatinamente hasta alcanzar a la totalidad de las familias nacionales con o sin hijos. De igual modo se socorrería las mujeres en estado de embarazo no deseado durante el período de gestación. ¡Esto sí es querer hacer las cosas con sentido común y como Dios manda; en esto sí hay voluntad de de levantar un pueblo y procurar el bienestar de sus habitantes!
Nadie puede dudar del éxito de esta medida solidaria, única en el mundo, a la que sólo se opondrán u obstaculizarán aquellos que, desde dentro o fuera de nuestras fronteras, no soportan las glorias de España ni su futura grandeza, que ya intuyen y temen. España sobrevivirá pese al despojo de que ha sido víctima por indignos hijos y la perfidia de sus enemigos.
¡Bienvenidos los tiempos difíciles! Si España supera esta situación no será como consecuencia de las medidas adoptadas por los gobernantes, quiero pensar que por ignorancia supina. Pero no saldrá reforzada, como reiteradamente les gusta asegurar, sino reconfortada y purificada de los crímenes y miserias pasadas, y renegando de los charlatanes de uno u otro color político que la condujeron a la situación más grave de sus historia.
¿Quién llevará a cabo esta labor titánica? Sin duda aquel o aquellos partidos o asociaciones políticas que, en noble contraste de pareceres, amen a España y estén de ello orgullosos como así lo manifiestan el 85% de los ciudadanos consultados en reciente encuesta, y que, frente a los mezquinos y muertos de hambre, ellos se ofrezcan a gobernarla gratuitamente y sólo por el altísimo honor que ello significa. "Servicio -según la anterior legislación, de la que con razón abominan- es el trabajo que se presta con heroísmo, desinterés y abnegación, con ánimo de contribuir al bien superior que España representa."
En evidencia y burlados quedarán para siempre los que odian nuestra historia y nuestras glorias pasadas; los que odian nuestra lengua universal; los que odian nuestra sacrosanta religión; los que odian a la Iglesia Católica; los que odian al Papa; y los que odian hasta el mismo punto que ocupa España en el mapa.