Principal

Diario YA


 

Protagonistas

U2 o el encanto de la producción

Paco Ochoa. 16 de abril. No estoy muy seguro de que el gran público sea muy  consciente de ello, pero en muchas ocasiones los productores de un disco son los responsables de un tanto por ciento muy considerable de su éxito. Desde aquel mago de los botones que se llamó -aún se llama- Phil Spector, hasta Tom Dowd, Todd Rundgrent o John Cale han sido muchos los genios discretos que han dotado al sonido de grupos y solistas de esa chispa imprescindible para pasar de la simple corrección a la grandeza. Los irlandeses que forman U2 siempre supieron valorar, y mucho, la relevancia de la producción en el buen resultado final de cualquier proyecto y ya hace tiempo que trabajan con la que quizás es la mejor pareja de manipuladores de estudios que existe en la actualidad: Brian Eno y Daniel Lanois.

El primero es un elegante británico, nacido en 1948, que comenzó su carrera en un grupo tan recomendable como Roxy Music, del que pronto se aburrió, tras pelearse con Bryan Ferry, y decidió dedicarse a grabar en solitario o con amigos y a producir lo que le apetecía. Lanois, por su parte, es tres años más joven y nació en Quebec. También realiza sus propias grabaciones y es un productor mundialmente reconocido desde que, en 1989, consiguió resucitar a un Bob Dylan, aparentemente hundido, ayudándole en el parto de aquel maravilloso Oh Mercy. Ambos son ahora los encargados de poner aceite en la maquinaria pesada de ese dinosaurio algo cargante que responde al muy famoso nombre de U2.

El cd en cuestión se llama No Line On The Horizon y responde a lo que uno puede esperar de los irlandeses: gorgoritos de Bono, buenas instrumentaciones y correctas -sólo correctas- canciones. Lo que es extraordinario es el envoltorio: excelente portada y presentación, toda clase de ediciones, adaptadas a cada bolsillo y, por supuesto, el sonido que se sacan de la manga los ya citados Eno y Lanois y el no menos grande Steve Lillywhite que también está presente en la grabación.

Al final, uno sospecha que de esto al marketing hay sólo un paso. Y, por si quedaba alguna duda, el amigo Bono, en una de sus infinitas declaraciones, nos suelta que está convencido de que a Eno en realidad no le gusta mucho su música. En el fondo va a ser eso.  

 

Etiquetas:paco ochoa