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Diario YA


 

dirigida por un especialista en la promoción de la Playstation

Un amigo para Frank

Víctor Alvarado

No es la primera vez que el mundo del cine habla de la relación entre hombres y máquinas. Steven Spielberg lo intentó con no demasiado éxito en Inteligencia artificial; el cine español también propuso una visión bastante acertada con Eva, aunque el cine de animación dio en el clavo con notables producciones como Astroboy, basado en el cómic del mangaka Osamu Tezuka, y El gigante de Hierro de Brad Bird, que era una alegoría del cristianismo. Esta semana se estrena Un amigo para Frank, de dicha temática, que ha recibido curiosos premios como el Premio del Público en el Festival de Sitges y el Premio Alfred P. Sloan del Festival de Sundance.

Frank es una persona con una enfermedad degenerativa en sus inicios. Su hijo no puede hacerse cargo de él, así que diseña un robot para que se encarge de su cuidado.

Está dirigida por el debutante Jake Schreier, un especialista en la promoción de la Playstation. El director explicó a Fotogramas las razones que le llevaron a hacer esta producción: “La película funcionó gracias al boca-oreja. La idea original es de un buen amigo como Christopher Ford, a quien conozco desde los 18 años. Todo empezó con un corto, que hicimos en la Universidad”.

El largometraje ofrece una visión dulce de la enfermedad del Alzheimer, puesto que oculta su lado más negativo, sobre todo las consecuencias para sus cuidadores. Por otro lado, el humor sirve para relativizar el dolor por el que pasa el anciano y los familiares, pero a la vez nos ayuda a conectar con los personajes. El problema es que la cinta es muy irregular en lo que a ritmo se refiere porque los diálogos no son brillantes y nos parecen intrascendentes y simplones en la mayoría de los casos. Pensamos que se ha desaprovechado la oportunidad para reflexionar sobre la vejez y sus dificultades como la soledad, la pérdida de la memoria, su capacidad para reconocer a los seres queridos o el modo de afrontar la enfermedad. La familia tradicional vuelve a aparecer, como en tantas películas en todo el mundo, como el pilar en el que se sustentan los individuos de la misma para superar los obstáculos que se encuentran en el camino.

Las interpretaciones de Frank Langella y Susan Sarandon salvan los muebles, ya que demuestran gran dominio en el terreno dramático, encauzando la idea que el cineasta ha querido transmitir.