Un análisis de la exhibición cinematográfica en España
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José María Caparrós. La editorial Cátedra acaba de publicar el primer gran estudio sobre el sector de la exhibición cinematográfica en nuestro país, del que es autor José Vicente García Santamaría, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española de Historiadores del Cine (AEHC) y un reputado experto en economía digital.
La exhibición cinematográfica en España traza una panorámica muy completa, en su vertiente historiográfica, de cómo ha evolucionado el sector de la exhibición en España desde la década de los sesenta del siglo pasado hasta hoy día. La recesión de esta industria duró más de treinta años, prácticamente desde mediados de la década de los años sesenta hasta mediados de los noventa, pasando de 7.761 pantallas en el año 1968 a 1.773 en el año 1994, la cifra más baja de la historia del cine español. Y a partir de este año se produjo una recuperación continuada que llegó hasta el año 2004. En este período, y por motivaciones derivadas del boom inmobiliario español y la inversión extranjera, la proliferación de grandes recintos cinematográficos alcanzó una magnitud tal que España ya se había convertido en el año 2005 en el país de la UE con mayor número de multisalas. Y en el año 2010 casi un tercio de los mayores complejos europeos estaban radicados en nuestro país, a pesar de que España es por población el quinto país de la UE. De ahí que el autor afirme que la exhibición española pueda considerarse una “víctima colateral” de la burbuja inmobiliaria. “La parte positiva –afirma este colega– es que en apenas una década logramos sustituir unas vetustas salas de cine y poco desarrollado tecnológicamente por un parque con una gran oferta de salas y con unas condiciones de confort y proyección que hasta entonces no se habían conocido en España”.
Actualmente, los locales con más de cinco pantallas representan más del 90% del total de pantallas españolas y las escasas monosalas que logran sobrevivir son casi una cuestión del pasado, al contrario de lo que ocurre en otros países de la Unión Europea que siguen manteniendo sus circuitos rurales. Y los más perjudicados por la ausencia de esta red serán los cines nacionales, puesto que el cine norteamericano siempre dispondrá de canales de distribución eficaces. Según un balance realizado por el autor, “en más del 40% del territorio español no existen salas comerciales de cine, con lo que hemos vuelto a la situación de los años ochenta, una época en las que aquellas provincias con menor número de habitantes veían como sus ciudadanos no podían acceder a proyecciones comerciales en sala”. De ahí que los aficionados -añado yo- visionen las películas en la pantalla del ordenador personal, en los smartphone o en las tablets.