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Diario YA


 

Un exterminio invisible para los medios de comunicación

Un aniversario olvidado sobre el genocidio invisible

José Luis Orella. El 24 de abril se conmemoró por las comunidades armenias, el aniversario del genocidio armenio. Un exterminio invisible para los medios de comunicación. Pero que fue reivindicado por el asesinado periodista, Hrant Dink. En 1914 el Imperio Otomano tenía una población estimada de dos millones de armenios. Aunque estaban sometidos a las leyes islámicas, que les concedían menos derechos que a los súbditos musulmanes. En la segunda mitad del siglo XIX, y después de aceptar en el Tratado de San Stefano la independencia de Rumania, Serbia y Montenegro, se extendió un nacionalismo armenio que buscaba la creación de un estado en el este de Anatolia.

Cuando el Imperio Otomano entró en la I Guerra Mundial el 29 de octubre de 1914, las fuerzas rusas vencieron a los turcos y se internaron en Anatolia, consiguiendo la colaboración de los nacionalistas armenios. Este hecho se vio corroborado por la revuelta de la ciudad de Van, donde la población musulmana fue masacrada por los armenios sublevados. Cuatro días más tarde, el 24 de abril de 1915, el gobierno de los Jóvenes Turcos decretaba la deportación de la población Armenia al sureste de la península. El traslado de la población Armenia a los campos de concentración del norte de la actual Siria e Iraq, y su ubicación en una zona absolutamente desértica ayudaron a crear el momento propicio para su eliminación física. Aunque los historiadores turcos rebaten las cifras, se calcula que murió el 75 % de la población armenia residente en el Imperio (1.500.000 personas), fue destruído el 95 % del patrimonio cultural armenio, donde se incluyen preferentemente 2.500 iglesias y 1.500 colegios, sufriendo destrucción más 25.000 aldeas y 66 ciudades.

Sin embargo, los asesinatos en los últimos años del P. Santero, del periodista Hrant Dink y de cuatro misioneros de una editorial cristiana, descubrieron una imagen oculta bajo la cara occidentalizada de Turquía. Un país, joven, emprendedor, que quiere integrarse en la UE, pero cuya sociedad defiende su idiosincrasia islámica.