Principal

Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

he hecho memoria de pequeños incendios de puertas de iglesias

Un artefacto casposo

Manuel Parra Celaya. Ha estallado una bomba en El Pilar de Zaragoza. Así me dieron la noticia, que luego pude ampliar a través del telediario, en donde se aclaraba que se trataba de un artefacto casero, que no había ocasionado daños en los visitantes del templo pero sí de orden material en el mobiliario; la policía añadía la consabida frase de que estaban abiertas todas las vías de investigación -tópico ineludible para no pillarse los dedos-, pero se sospechaba que la autoría correspondía a un grupo anarquista.
 Noticias posteriores parecen apuntar en esta dirección, toda suerte que el atentado había sido reivindicado por un autodenominado Comando insurreccional Mateo Morral, que fue el  mismo que reivindicó otro artefacto desactivado en La Almudena meses atrás. Por mi parte, he hecho memoria de pequeños incendios de puertas de iglesias en Barcelona, cuya autoría reclamaban no sé qué grupos feministas. En todos los casos, las fuentes oficiales han dicho que “se trata de  hechos aislados”.
 Nada más lejos de mi intención que establecer paralelismos históricos con las tres bombas que la aviación del Frente Popular descargó sobre El Pilar en el curso de nuestra última guerra civil, ni con las salvajadas cometidas por quienes se consideraban anarquistas en la misma contienda, especialmente volcadas hacia la Iglesia Católica. De todas formas, aquel salvajismo ibérico, deudor de un sentimiento anticlerical  y antirreligioso decimonónico, quedaba reducido a una patología humana si lo ponemos en comparación con la fría y sistemática  operación de exterminio de cualquier asomo de religiosidad, llevada a cabo por los marxistas -comunistas y socialistas entusiastas del ensayo bolchevique- , obedientes a las instrucciones del Komintern.
 Esto de ahora es otra cosa. Obra de niñatos, hijos de papá, devenidos en antisistema y, en realidad, auspiciados por el mismo Sistema, tanto ideológicamente (ya que responde a los mismos cánones del Materialismo), como estratégicamente, porque tiene en ellos unos cómodos y grotescos adversarios a quienes señalar con el dedo ante la plácida sociedad llena de mansedumbre.
 En mi opinión, no se trata, en este caso, de anarcosindicalistas ni de faístas que han traspasado el túnel del tiempo, sino de anarco-nada, es decir, de los hijos naturales del relativismo y del nihilismo de la postmodernidad rampante. Es curioso, por otra parte, que centren sus odios en la Iglesia Católica y no en cualquier otra confesión religiosa, del mismo modo que es curioso que gays y feministas radicales hagan lo propio y no digan esta boquita es mía ante las leyes y costumbres islámicas hacia los primeros y las normas de sumisión de la mujer en el segundo caso.
 Posiblemente, la noticia quedará en pura anécdota para la inmensa mayoría de esta sociedad. Una vez más, voy a llevar la contraria y elevarla al nivel de Categoría. Por una parte, por lo que representa El Pilar, como uno de los centros espirituales de primer orden de España y de la Hispanidad. Los descerebrados de la bomba sabían dónde la ponían. En segundo lugar, por los propios supuestos autores; probablemente, como he dicho, no siguen instrucciones der ningún Komintern ni de ningún grupo, más o menos histórico, partidario de la acción directa, sino que responden a sus propios impulsos -no digo criterios ni mentes- y a cuatro ideas mal trabadas de panfleto apolillado; a ellos, como a los tiralevitas de Fernando VII, les ha liberado Dios -es un decir- de la funesta manía de pensar. No son anarquistas utópicos, son nihilistas que tienen el respaldo, más o menos ideológico, de esta sociedad adocenada, increyente y vulgar, antaño en época de vacas gordas y ahora -algunos sectores- en momentos de vacas flacas. Y sus medios responden a este patrón: anacrónico, cutre, estúpido, casposo, en suma.