Abel Hernández. 18 de diciembre.
Una fiscal del Tribunal Supremo, llamada Pilar Barrero, ha ordenado retirar fulminantemente un humilde belén que había colocado en el vestíbulo de la Fiscalía General del Estado otra fiscal más famosa que ella, Olga Sánchez. El pequeño pesebre consistía en las figuras del Niño Jesús, la Virgen María y San José, rodeadas de unas flores de pascua. La “progresista” Pilar Barrero lo consideró una agresión a la libertad religiosa, y el teniente fiscal Juan Martín Casallo le dio la razón. O sea que el belén estorbaba en la Fiscalía, aunque con su retirada hayan herido los sentimientos religiosos de muchos cristianos. También al laico Herodes le molestó lo suyo el Nacimiento primero en el establo de Belén y quiso acabar con el Mesías de mala manera, convencido de que así prestaba un servicio al Estado. Ahora se frotaría las manos.
No sé si la fiscal Pilar Barrero, siendo funcionaria pública en un Estado aconfesional, ha pensado en cambiarse de nombre para no herir los sentimientos religiosos de los que no creen en la Virgen del Pilar. Siendo consecuente, debería hacerlo. Llamarse, por ejemplo, Libertad o Justicia mismo, cualquier nombre que no esté en el santoral. Aunque estoy seguro de que a nadie le molesta que siga llamándose Pilar, como es poco probable que a ninguna persona normal, no contaminada por falsos progresismos, le pueda molestar un sencillo belén, rodeado de rojas flores de pascua, en el vestíbulo de la Fiscalía, posiblemente el lugar más necesitado de amor y de inocencia. Nada más contrario a un niño en un pesebre que un fiscal o una fiscal justicieros, que desprecian los sentimientos de los humildes.
Lo han dicho otros; pero hace tiempo que yo también había llegado por mi cuenta a esa misma conclusión: el mayor pecado, casi el único, es la estupidez humana, el gran error de los que se creen dioses al nivel que sea. En el ordenamiento jurídico debería ser castigado como un grave delito cualquier atentado desde los poderes públicos a la herencia cultural. Y la Navidad cristiana, no el sucedáneo pagano que se pretende imponer, pertenece a nuestra más acendrada herencia cultural. Los villancicos nacen con los balbuceos del castellano. La paganización de la Navidad, promovida desde la Fiscalía, con el gesto airado y justiciero de la retirada del belén, es, con todos los respetos, una estupidez. Para no molestar a los increyentes se ataca a los creyentes y, con el pretexto de defender la libertad religiosa, se corre el riesgo cierto de caer en la impiedad.
Mejor harían desde la Fiscalía en buscarles piso o posada a los que por culpa de los usureros y especuladores de guante blanco se encuentran en la calle, ateridos de frío y desesperados, como los personajes de Belén que a los fiscales les estorban hasta en el vestíbulo.