Miguel Ángel Gutiérrez. Fútbol de gran categoría en el Vicente Calderón. En la primera parte, el Atlético salió como un aluvión y el Sevilla aguantó la embestida gracias a su gran colocación, su disciplina en defensa, la calidad de sus jugadores y bastante suerte.
Negredo, con un zapatazo desde 35 metros y gran parada de Courtois
avisó de la peligrosidad de un Sevilla que ha recuperado el coraje con su nuevo entrenador Unai Emeri
Todos los aficionados al buen fútbol pudimos disfrutar de la intensidad, el ritmo, la calidad y la velocidad de dos magníficos equipos en estado de gracia. Cualquiera de los dos va a dar mucha guerra en la final al vencedor del “clásico”.
Más que el trabajo especulativo de los centrocampistas rojiblancos,
al final siempre fueron balones largos a la espalda de los centrales los que dejaron a Adrián y a Diego Costa en buenas posiciones. Al asturiano, sin embargo, le falta la confianza, el físico y el carácter del año pasado, desaprovechando demasiadas oportunidades de gol después de haber hecho lo más difícil.
El festival de penaltis y expulsiones con el que todo, sin embargo, quedó pendiente para la vuelta, dentro de un mes en el Pizjuán. Inició todo una mano estúpida de Spahic, que rebañó con su brazo izquierdo un balón que se le quedaba a Diego Costa. Segunda amarilla y primer gol del brasileño. Un escenario idílico para los de casa, por delante en el marcador y con uno más.
Al Sevilla lo rescataron en ese momento dos futbolistas. Entre Negredo y Navas desmontaron completamente al Atlético con dos pases –el último, de Navas al delantero, sencillamente delicioso– y el balón que iba dentro de Negredo chocó con el brazo de Godín. Otro penalti, otro expulsado y el empate. Así las cosas, en los minutos siguientes perdió el Sevilla la opción de haber rematado a su rival, noquedado durante un buen rato. Si Emery había remendado a los suyos dando entrada a Botía en el lugar de Maduro, Simeone hizo lo mismo colocando al Cata Díaz en el lugar de Koke, pero entre el golpe del empate y los cinco minutos que tardó en llegar el cambio, los de casa anduvieron sin norte un buen rato. Ahí le faltó colmillo al Sevilla.
Se fue recomponiendo como pudo el Atlético. En una maniobra que ya es habitual, cuando al equipo le falta nervio Simeone mira al banquillo siempre tira del Cebolla Rodríguez. No por casualidad fue este gran jugador quien manejó la pelota que Navarro terminó empujando de nuevo con la mano. Tercer penalti –el tercero por mano– y de nuevo Diego Costa brillando como una estrella en la noche madrileña. Desde ese instante, y poco a poco, en un proceso lento, ambos equipos se dieron cuenta de que, a fin de cuentas, las cosas no estaban tan mal con ese resultado.
El Atlético tenía ventaja al fin y al cabo. El Sevilla tenía a tiro de un gol, y en su propio estadio, la eliminatoria, así que nadie quiso arriesgarse en exceso. Desde luego no los de Emery, que se quedaron con nueve con la expulsión por roja directa de Navarro en un atropello a Diego Costa. Eso, las bajas de Spahic y Navarro, son las peores noticias para los sevillistas pensando en un partido de vuelta que se intuye fuerte y copero de los de antes.