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Diario YA


 

Santiago, Patrón

Un día de reflexión sobre España

José Luis Orella. Desde hace tiempo, únicamente los éxitos deportivos sacan los colores patrióticos a la calle. El patrón de España, Santiago, ha perdido su festividad y queda como un recuerdo en Galicia, por razones obvias, y en Bilbao, patrono de la ciudad que fue cosmopolita, antes del nacionalismo. Sin embargo, el día de Santiago es un día de reflexión para todos los españoles, es nuestro día, el día del patrono a quien nos encomendamos en los días difíciles de nuestra historia. Cuando Marte ha amenazado la existencia de nuestro país, ha sido nuestro intercesor quien nos ha protegido. Como el amor por nuestra Patria y por quienes tienen la obligación de defenderla, está en niveles bastante bajos, escribo una serie de héroes españoles, de los que se encomendaron a Santiago en los momentos difíciles y que dejaron testimonio de sus hazañas a través de sus escritos, para lectura de verano, porque también fueron protagonistas de nuestra cultura española.

Con los reyes Católicos, se inicia el inicio del florecimiento de los literatos que llenaran el siglo XVI. Jorge Manrique (1440-1479), poeta de carácter cortesano y famoso por su obra "Coplas por la muerte de su padre", participó activamente en las guerras civiles de Castilla en el bando de Isabel la Católica. Murió combatiendo en el campo de Calatrava, frente al castillo conquense de Garci-Muñoz, luchando contra el marqués de Villena. En la vecina Corona de Aragón, el valenciano Ausias March (1397-1459), nacido en una familia de poetas, recibió una severa formación de caballería, y sirvió de halconero al rey Alfonso V, participando en sus campañas de Córcega y Cerdeña. Su lírica en valenciano, funde la técnica trovadesca provenzal con la filosofía escolástica y el humanismo renacentista. Su vida amorosa fue tumultuosa y le creó problemas, y fue antecedente de los grandes poetas españoles del XVI.

El barcelonés, Juan Boscán (fines del XV-1542), acompañó en calidad de ayo al duque de Alba en diferentes hechos de armas, y se hizo famoso por su introducción del endecasílabo en el castellano y su habilidad en la técnica de las formas octosilábicas, fue el precursor de la perfección de Garcilaso. El toledano Garcilaso de la Vega (1501-1536), fue el símbolo más representativo de la simbiosis armas y letras, siendo un héroe de la milicia y el mejor poeta de su tiempo. Participó en las campañas de Túnez, Rodas, defensa de Navarra, Florencia y murió en el asalto al castillo de Le Muey en Fréjus. Junto con el catalán Boscán introdujo los metros italianos en el castellano. Su idealismo en el amor a Isabel, fue el cenit de la poesía humanista del Renacimiento. Garcilaso fue un hábil militar, poeta, políglota (latín, griego y francés) y tañedor del arpa y la vihuela.

América no podía dejar de estar presente, Gracilazo, el llamado el Inca, hijo de una princesa india y un conquistador, participante en la campaña de las Alpujarras y en la Armada Invencible, humanista, traductor e historiador es representante del intelectual del momento y está dentro de la corriente universalizadora y católica en que estaba situada la vida española de la época. Así, debate la conveniencia de cristianizar la Florida e incorporarla al Imperio Español, pues concibe a España como el brazo de la Providencia en el mundo. En su prosa histórica, abundante, clara y expresiva, mezcla datos de economía política, problemas de cronología, concordancia de fuentes orales y escritas y aporta documentos de primera mano.

Otro de los principales humanistas españoles fue Diego Hurtado de Mendoza (1503-1575), sobrino del marqués de Santillana, también recibió una esmerada educación en Granada y Salamanca. Estuvo combatiendo en Italia (Pavía) a las órdenes del emperador Carlos V, donde en los descansos invernales aprovechó para frecuentar las academias renacentistas italianas. Experto en lenguas muertas, numismática, traductor de Cicerón, arabista, mecenas, poeta y autor religioso. Su papel posterior fue en la diplomacia, pero entre sus obras destacó La guerra de Granada hecha por el rey don Felipe II contra los moriscos. Juan de Herrera, el genial arquitecto de El Escorial, también participó como soldado en las duras campañas del Piamonte y Flandes, y formó parte de la guardia personal del emperador Carlos V a su vuelta a España.

Alonso de Ercilla y Zúñiga, cortesano, soldado, viajero, lector de los clásicos y poeta, su vida sintetiza las características principales del hombre ideal del Siglo de Oro. Participó en diversas campañas por América y en especial en la de los Araucanos, en Chile, donde compuso el poema épico La Araucana exaltando el valor y nobleza de los caudillos indígenas. Caballero de Santiago y Gentilhombre de Felipe II tuvo importantísimas misiones diplomáticas. Entre los soldados anónimos, tenemos a Miguel de Cervantes (1547-1616) quien combatió en Lepanto contra el turco y participó en la expedición de Túnez, aunque fue apresado y llevado a Argel. Después fue el genial escritor de El Quijote, la mejor obra de nuestra lengua. Ya en la decadencia, Calderón de la Barca (1600-1681), fue uno de los últimos príncipes de las letras que simultaneó por un corto período el arte de las armas y las letras. Estuvo en Italia y en Flandes, y como miembro de la orden de Santiago, combatió contra los franceses en la liberación de Cataluña de su poder. Después, el autor de La vida es sueño, El Alcalde de Zalamea y El gran teatro del mundo entró en la vida religiosa abandonando su vida militar. Nunca como entonces, dio España semejante frutos, encomendémonos de nuevo a Santiago, y leamos a nuestros clásicos, para afrontar una crisis de Santos y de Héroes.