Ignacio Torres-Brizuela. A mi Internet me está matando: mi trabajo como periodista anda en la cuerda floja. Una cuerda cada vez más fina en la que cada vez menos gente puede tenerse en pie. Solo los mejores.
Como escritor me empuja a buscarme la vida de una forma distinta, y hasta posiblemente a no recibir ni un cobre por mi trabajo. Aunque por el lado bueno facilita su acceso, lo que a lo tonto puede ser muy beneficioso… Claro que siempre diré que los libros de papel son más agradables de leer (Al menos para mí).
Como joven distraído, loco y vago, Internet es una fuente inagotable de entretenimiento y distracción. Si invirtiera la mitad del tiempo que paso en Internet en investigar medicamentos, la humanidad ya sería inmortal. Y no hablemos del trabajo y escritos que podría realizar.
Como joven del siglo XXI, sin Internet para trabajar me sentiría muy en pañales ante montones de libros y enciclopedias del tamaño de mi cabeza. No es que no sepa leer y buscar en una biblioteca, pero es infinitamente más rápido y eficaz hacerlo en Internet, donde la información, va viene, cambia y por el camino se entretiene a velocidad vertiginosa.
Como periodista, Internet es mi salvación y al mismo tiempo mi ruina (es impresionante la dualidad que puede surgir de montones de creaciones humanas). Facilita mi trabajo enormemente. De hecho, facilita TANTO mi trabajo que me titubeo al decir que posiblemente llegue un día en que hagamos menos falta que los DVDs. Por ese motivo, en una especie de batalla por la supervivencia, los periodistas nos vemos obligados cada vez más a ingeniárnoslas en la cada vez más selecta “Isla de la Comunicación Periodística”. No digo que vayamos a desaparecer, ni mucho menos, pero desde luego sobraremos y todo. Al final será como una filología o una carrera en artes: si eres bueno y diligente, saldrás adelante. Si no… Buena suerte.
Por otra parte, he de admitir que ha disparado el consumo audiovisual de todo tipo: series, películas, libros, música… Como escritor en ciernes eso me ayuda. Y, aunque se contradiga un poco con lo que he dicho antes, facilita el acceso a publicaciones, lo que permite mucha facilidad para crear una revista en Internet, o incluso un periódico. Lo cual no está nada mal, la verdad… Aunque ahora se tenga que apostar más por el merchandising que por el producto en sí.
Como sea, he de reconocer que, a lo tonto, está cambiando la sociedad de una manera que nunca habría previsto. No digo que vaya a ser un cambio realmente determinante, aunque si considerable. Pero habrá que esperar unos años más a ver como se desenvuelven las cosas. Así funciona la tecnología de todas formas…