Un mundo infeliz: La juventud española ante su futuro
José J. Escandell. Hace unos días que se publicó el informe del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud titulado “Crisis y contrato social. Los jóvenes en la sociedad del futuro”. La escasa imaginación de los responsables del informe para ponerle título no obsta al interés de algunas de sus observaciones.
La principal es que los jóvenes están hartándose del mundo que hemos fabricado, justamente porque comprueban que no son admitidos en él.
Bien está que puedan decir con algún fundamento científico los sociólogos una convicción que más de uno ya atisbaba. Ni siquiera a los adultos nos agrada el mundo en el que vivimos, pero peor lo tienen las jóvenes generaciones. Se ha hablado con cierta hilaridad y abundante frivolidad de la “generación ni-ni”. Ahora resulta que tampoco los que estudian encuentran dónde trabajar. Expulsamos a los jóvenes del mundo por cuanto no les ofrecemos ninguna salida al problema de su futuro.
Comencemos por reconocer que, por unas razones o por otras, las posibilidades de trabajo para los jóvenes son escasas. Trabajos malos, tanto en contenidos como en retribución. De este modo, ni siquiera el ingeniero que, según la costumbre, tenía ya resuelta la vida casi antes de terminar sus estudios, tiene ahora esperanzas de llegar a algo estable. Contratos basura, abusivos, imposibles. No hay manera de crear la tranquilidad de un hogar, ni siquiera los solteros.
La formación que les damos en secundaria, bachillerato y Universidad es mala. Es posible que haya alguna excepción. Lo general es que las Universidades son máquinas de retener seres humanos durante cuatro o cinco años sin ponerles en el cerebro nada interesante. Me decía hace poco una profesora de Historia del Arte que se podía acabar el Grado correspondiente sin haber estudiado a Velázquez.
La familia está tan rota que no es para los jóvenes un colchón en el que descansar. En muchos casos, el joven que llega a su casa puede fácilmente encontrarse a su madre enamorada de un nuevo individuo y a su hermana encerrada en su cuarto con una amiga íntima. Porque se les ha convencido de que lo realmente importante es encontrarse a gusto consigo mismo. Vivir de manera solidaria, sostenible y tolerante: pensar mucho en las ballenas, y todo resuelto. El resto del tiempo lo puede pasar tuiteando con desconocidos. El mundo se convierte en una gran ficción, en el mejor de los casos.
También se ha dicho recientemente que, en España, el número de suicidios es superior al de accidentes de tráfico. Es de suponer que eso es un dato positivo para los responsables de la circulación vial. Para la conciencia normal, el hecho es revelador. Quizás no vale la pena vivir, si son tantas las dificultades para llevar una vida medianamente soportable.
¿No es lógico que los jóvenes comiencen a pensar que les estamos llevando al desastre?
¿Y quién es el responsable de esto?