Un nuevo 11-S indio
Redacción Madrid. 30 de noviembre.
Los terroristas que atacaron Bombay esta semana y que han causado casi 200 muertos querían pasar a la historia con un 11-S indio y se inspiraron en el atentado del hotel Marriot de Islamabad, según los medios locales.
Habían planeado cada detalle, conocían perfectamente el trazado de los hoteles Taj Mahal y Oberoi Trident, tenían entrenamiento militar e incluso llevaban algo de comida en sus mochilas por si la toma de rehenes se extendía mucho tiempo.
La detención de uno de los milicianos, paquistaní de 21 años y con un inglés fluido, según las últimas informaciones de los medios locales, ha puesto de manifiesto los ambiciosos planes del grupo. "La idea era repetir el Marriot en el Taj", señala la televisión Times Now citando a un responable militar que estuvo presente en el interrogatorio de Azam Amir Kasav.
Con esto se refiere al atentado terrorista que sacudió la capital paquistaní, Islamabad, el pasado septiembre, cuando un camión cargado de explosivos explotó junto al hotel Marriot y acabó con la vida de 55 personas.
"Querían reducir los símbolos de la solidez económica a escombros, el Taj y el Trident, para que no pudieran ser reconstruidos. Hablaban de un 11-S para hacer caer los edificios", explica la cadena de televisión. Aunque los métodos fueran diferentes a los de los atentados en Nueva York y Washington, el impacto ha sido enorme.
Durante las primeras horas de los ataques, se percibió a los terroristas como muy peligrosos y a la Policía como un cuerpo que no podía hacer mucho: de hecho, responsables policiales, incluido el jefe del cuerpo antiterrorista de la ciudad, fue abatido a tiros.
La utilización de al menos diez asaltantes muy bien armados y entrenados llevaron a las autoridades a pensar en grupos asentados en Pakistán como Lashkar e Taiba. Kasav, el presunto miliciano detenido, confesó ser miembro de esta organización, pero negó que ésta tuviera nada que ver con los ataques de Bombay.
Los terroristas, todos ellos hombres jóvenes, conocían los objetivos con exactitud, incluídas las cafeterías y hoteles frecuentadas por empresarios y turistas.
Únicamente cuando el cuerpo de élite Gatos Negros, la misma fuerza de guardaespaldas del primer ministro, Manmohan Singh, llegó al lugar y se enfrentó a los insurgentes que todavía quedaban en el Taj, el Oberoi Trident y el centro judío Casa Nariman, la situación pareció cambiar.
Varios milicianos fueron grabados en el Taj Mahal las semanas anteriores a los atentados, presuntamente para estudiar el hotel y hacerse con el escenario, señalan periódicos indios. En sus mochilas llevaban munición, entre seis y siete cargadores de 50 balas cada uno, y granadas. Diponían de teléfonos satelitales y tarjetas de crédito.
"Esta gente estaba muy familiarizada con el diseño del hotel y parece que llevaron a cabo una inspección antes" de los atentados. Un plan muy elaborado y despiadado", consideró el jefe de la unidad de élite de la Marina.
De hecho, durante los enfrentamientos armados, los terroristas se refugiaron tras una puerta escondida en el hotel. Ni siquiera las tropas conocían de la existencia de esta puerta, añade el diario 'The Hindustan Times'. Los milicianos también lanzaron granadas para destruir la habitación donde estaba situado el circuito cerrado de televisión del hotel.