Redacción. Una imagen vale más que mil palabras. La agencia francesa Afp ha conseguido realizar un vídeo del enfrentamiento en el que se muestra la imagen de la foto, un muchacho de unos 13 años, llorando y nervioso mientras porta un Kalashnikov en su mano derecha. Una evidencia de la cruel guerra que se vive en Siria que utiliza sin escrúpulo ninguno a los niños como soldados. Ahora la ONU ya tiene un documento gráfico que demuestra que es rigurosamente cierto el informe que había presentado hace poco tiempo en el que denunciaba esta realidad.
Se trata de unas imágenes extremadamente duras, que fueron grabadas el pasado mes de junio en el combate que tuvo lugar en la ciudad de Azzara, y transmitidas por varias televisiones francesas y por el medio digital el Mundo.
La revuelta contra el régimen de Asad comenzó hace algo menos de año y medio. En la actualidad, el acceso a la zona done fue grabado el vídeo, es muy difícil, ya que es necesario sortear hasta tres controles del ejército sirio y varios pueblos alauitas favorables al régimen, que se encuentran situados cerca de la fortaleza.
Se está intentando una incursión aprovechando una densa niebla, en el llamado “Crac de los Caballeros”, un punto estratégico de las revueltas. Ahmad, del Ejército Sirio Libre (ASL), la fuerza que agrupa a los desertores, muere al recibir dos balas en la cabeza de un francotirador leal a Asad.
Bajo los disparos, cinco compañeros de Ahmad, entre ellos su hermano, se llevan el cadáver de este padre de tres hijos hacia una camioneta. Un joven combatiente de 13 años con cara de niño, vestido con camiseta negra y un kalashnikov en la mano se acerca al cuerpo de su amigo y grita "¡Ahmad, Ahmad, Dios mío!" antes de ponerse a llorar y volver al combate.
Al poco tiempo muere Ayham, el hermano de Ahmad, por una bala en la cabeza. Al final morirán en esta batalla seis de los rebeldes que defendían el castillo.
En el pueblo turkmeno sunita de Azzara, una procesión acompaña los dos cuerpos hasta el cementerio mientras la gente grita:"¡El pueblo quiere la caída del régimen!". Las esposas y las hermanas de los difuntos, vestidas de negro, acarician por última vez las caras llenas de sangre de los combatientes antes de que los entierren.
Los habitantes luchan con uñas y dientes porque son conscientes de que si cae esta región estratégica, que une Damasco, Homs y la costa mediterránea, estarán en manos del ejército del régimen. "Si perdemos nuestro castillo. nos pasará como a Baba Amr", dice Mohamad Al Masri, de 34 años, un ingeniero militar desertor. Se refiere al barrio de la ciudad de Homs que fue destruido por las bombas y que se quedó sin habitantes tras un mes de bombardeos.