La vida es muy corta para lidiar con gente idiota (Beta Berber)
Miguel Massanet. Hay un refrán español, castellano, que dice así: “Quien bien tiene y mal escoge, por mal que le venga no se enoje” y, señores, a fuer de lo que hemos podido comprobar con el resultado imprevisto, sorprendente pero, de ninguna manera, ilógico y carente de fundamento, de estas inoportunas, cargadas de sentimientos encontrados y poco meditadas elecciones catalanas; no nos queda otro remedio que aplicarle aquel refrán al señor Mas y todo su equipo de Convergencia. Es evidente que las previsiones, la táctica, las informaciones y las encuestas de las que se han valido los convergentes, no pueden valorarse más que como absolutamente equivocadas, técnicamente erróneas y seguramente interpretadas más con lo que les pedía el corazón que con lo que les podía aconsejar el cerebro. En todo caso, un fracaso de imprevisibles consecuencias ya que, como comentaremos, la posibilidad de un cambio de rumbo sensato, realista y favorable para los intereses de los ciudadanos catalanes se ve cada vez más lejana, a la vez que el horizonte de las relaciones de esta comunidad con el resto de la nación, mucho nos tememos que puede entrar en una fase crítica de difícil arreglo.
Lo que sucede es que, cuando un gobernante se encuentra en graves apuros, debido a su imposibilidad de poder utilizar otros medios para salir de una recesión económica que manejar las tijeras para empezar a recortar servicios públicos y no encuentra otra salida, para evitar que los ciudadanos, con sus protestas y descalificaciones, le obliguen a tirar la toalla y darse por vencido; decide, como última salida, lanzarse a una aventura tan arriesgada como es encabezar el separatismo catalán, basándose únicamente en el rédito que le podía dar una manifestación, eso sí masiva, en la que creyó ver un apoyo incondicional a la deriva secesionista; es posible que: si sus asesores no le aconsejan bien, sus correligionarios no le advierten adecuadamente y el sentido común no le hace reflexionar sobre las posibles consecuencias de su decisión, cometa uno de estos errores garrafales que se pagan caros.
Es evidente que, el análisis de la manifestación del 11 de Septiembre o no se hizo utilizando datos fiables o bien, aún sabiendo que no era cierto, se utilizó como medio de azuzar el sentimiento soberanista catalán. En todo caso, lo cierto es que, en dicha manifestación, aparte de los independentistas que pedían la secesión, también los había que protestaban contra los recortes de Mas, los del señor Rajoy, así como los que no conseguían encontrar trabajo o aquellos a los que se les habían recortado los salarios por la propia Generalitat. Las banderas catalanas enmascararon el hecho evidente de que, en aquella protesta masiva, no todos eran independentistas. Un cálculo erróneo que, sin duda, ha quedado demostrado por los deficientes resultados electorales para CIU.
El señor Mas, con una euforia que se le podía atribuir a la necesidad de erigirse en el gran Moisés del pueblo catalán, no se quedó corto al prometer a sus seguidores que, si Catalunya se independizaba quedaría, no obstante, bajo el amparo de la UE. El segundo error garrafal del President, porque no tardó en tener que admitir que, de acuerdo con la legislación europea, si un país se separa de una de las naciones que pertenecen a la CE nunca podrá ser admitido como una nación más dentro del selecto círculo de la CE. Tuvo que desdecirse pero insistió que sería fácil encontrar el camino para poder entrar rápidamente por otros vericuetos algo que, no obstante, volvieron a desmentir tanto el señor Van Rompuy como el señor Durao Barroso. Un error garrafal en periodo de elecciones, cuando a la gente que se le promete algo, incluso antes de haberle votado, resulta que tiene que rectificarse, en un ejercicio de verdadera irresponsabilidad.
Algo parecido parece que confiaban que sucediese con España, pensando que después de despreciarla y lanzar toda clase de improperios contra ella, su gobierno, la monarquía y los españoles (acusándolos a todos de robar a Cataluña), al separarse del Estado español todo seguiría igual y, sus exportaciones al resto del país, serían siendo las mismas que antes de perpetrar su sedición. Otra insensatez que han tenido que tragarse cuando, por una parte, lo que sucedería es que dejarían de recibir las subvenciones que venían percibiendo de Europa (7.000 millones de euros) y, por otra, la antipatía que han conseguido despertar entre el resto de españoles, harían que este mercado del 60% de sus productos que mantienen con España, sin duda, dejaría de producirse, al menos en una gran parte. No olvidemos que, al situarse fuera de la UE, no tendrían la ventaja de estar exentos de barreras aduaneras y deberían pagar las correspondientes tasas para vender al resto de países europeos. Todos aquellos que, en un principio, engañados, dieron crédito al señor Mas; tuvieron que reconocer que no todo el bosque era orégano y la mayoría de empresarios que fueron entusiastas con el proyecto de CIU empezaron a pensar que aquel proyecto de Mas era inviable.
Por si fuera poco, han tenido que seguir pidiendo apoyo económico a este Estado al que vienen atacando, para pagar otra de las locuras del señor Mas: los famosos Bonos Patrióticos que, confiando en Santa Rita, como abogada de imposible, lanzaron al mercado bursátil pagando un interés del 4% y con un coste total para la Administración Autonómica (distribución, emisión, primas etc.) que se calcula en un 7%. Si no hubiera acudido, de nuevo, el Gobierno de la nación para traspasarles 2.800 millones de euros, les hubiera sido imposible atender al pago del vencimiento de los mismos y de sus correspondientes intereses. ¿Es que hay alguien medianamente inteligente que pudiera creerse las bravatas del señor Mas diciendo que Catalunya, en plena recesión económica, cargada de deudas y con uno de los paros más elevados de España, podía permitirse el lujo de lanzarse a la aventura de navegar por su cuenta?
Un resultado, como decía, insólito pero perfectamente razonable. Tres formaciones que les han hablado claro y con la verdad por delante se han llevado el premio, las restantes han pagado cara su política errante, sus engaños y su incompetencia. ERC, C’s y el PP con ICV del señor Herrera( aunque no hayan conseguido capitalizar la debacle del PSC) han obtenido, en los dos casos primeros, meritorios avances y el PP, aún con el peso de los recortes de Rajoy y de ser españolista, han conseguido mejorar un escaño. Lo que viene ahora ya son higos de otro costal porque, aunque el número de escaños nacionalistas no han aumentado sensiblemente, lo que sí es cierto es que ERC se ha situado como el partido de la oposición y ello, para España y para los catalanes españoles, echa por tierra algunas de las alegrías que han experimentado en el PP nacional y en el propio PSOE del señor Rubalcaba. Tres posibles combinaciones: CIU pacta con ERC ( algo explosivo) o CIU pacta con PSC, sería lógico pero no bien recibido por los independentistas o CIU con PP, algo poco probable aunque cosas más raras se han visto desde el día en que Mas acudió al notario para garantizar que nunca tendrían pactos con los populares.
Un breve repaso a las posibles causas de la derrota de CIU. No ha habido dimisiones, como es clásico ya en este país, ni parece que nadie acepte el fracaso de haber perdido escaños. Quedará por ver si, de una vez por todas, alguien se enfrenta con la crisis que afecta a los ciudadanos; algo que, hasta ahora, parece que no preocupa a nadie. O esta es, señores, mi visión de estas extrañas elecciones.