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Diario YA


 

Los progresistas están convencidos, que los españoles gozamos de una libertad nunca jamás alcanzada

Unidad de vida: Un reto muy actual

Jesús Asensi Vendrell. Algunos que se autodenominan progresistas están convencidos, y así lo expresan a diario, que los españoles gozamos de una libertad nunca jamás alcanzada en época alguna, ni en el pasado ni en un hipotético futuro sin que nos gobierne el partido socialista.

            Por eso la progresista Leire Pajín, recién nombrada senadora, ha indicado que en la escuela los niños van para ser educados en las ramas del saber y que para rezar o colgar cruces de las paredes ya están las numerosas iglesias que hay por España y los hogares de las personas que así lo deseen.

            Y es que uno entiende que una persona que se declara atea, que no tiene fe ni desea tenerla, piense que la religión sobra en este mundo, que es un cuento, a veces bonito y entrañable, para niños y adultos infantilizados y que por eso no tiene cabida, no debería tenerla, en el ámbito público y mucho menos en los colegios, institutos o universidades.

            Pero esta señora parece olvidar que la historia, la cultura y hasta la mayoría de las leyes de nuestro ordenamiento jurídico tienen su fundamento en el cristianismo, la religión que ella y algunos que piensan igual, tratan ahora de relegar al ámbito privado para que, si es posible, los cristianos retrocedan a la época de las catacumbas.

            Leire Pajín ignora que, al igual que ella nunca deja de ser “progresista” en ningún ámbito de su vida –y bien que presume de ello -los cristianos no se dejan sus creencias, como si de un sombrero se tratase, en la puerta de entrada del Congreso, de la universidad, del colegio, del mercado, de los medios de comunicación, del autobús, de un hotel o de una sala de fiesta.

            Porque hoy en día, y más que nunca, los cristianos debemos tener una unidad de vida ejemplar, basada en una vida de fe, oración y caridad con todos, sin olvidar nunca, como parece que algunos han hecho rindiéndose a la disciplina de voto de su partido, aquello que dijo Jesús: “No podéis servir a dos señores”.