José Luis Orella. 7 de Octubre.
Uzbekistán es uno de los nuevos países surgidos después del deshielo del comunismo soviético. Esta república del Asia central estuvo federada a la URSS y forma parte como sus hermanas del lado desconocido de la historia. Los uzbekos, etnia mayoritaria que puebla el país, tiene su origen en las tribus turcas y mongolas que hablaban turco situadas entre el volga y la frontera china y de dedicaban al nomadeo. Los uzbekos estuvieron integrados dentro de la confederación de pueblos de Gengis Khan, pero sería en el siglo XIV cuando el príncipe Abu`l Khayr intentó formar un imperio tomando como base a los uzbekos. Sin embargo, el resultado resultó fallido por la escisión de varios clanes familiares que dieron el nacimiento a la nación kazaja, ya estudiada aquí, y a la ofensiva de los oirates, nómadas de religión budista y enemigos de los islámicos uzbekos.
El segundo intento fue protagonizado por Muhammad Shaybani en el siglo siguiente, reunió a los dispersos uzbekos y conquistó amplios territorios a los debilitados descendientes de Tamerlan. En el inicio del siglo XVI, los uzbekos de Shaybani se habían establecido en la región del Mawarannahar, cercana al Lago Aral y donde se encuentran las históricas ciudades de Samarcanda y Bujara, enriquecidas en su tiempo con la ruta de la seda. No obstante, sus campañas contra los kazajos y los iraníes les debilitaron y Shaybani fue muerto por el Sha, quien revistió de oro su calavera para beber de ella. Después de su muerte, los cabecillas locales erigieron una jefatura suprema, en la cual destacó Ubaydullah, como el principal al conseguir consolidar a los uzbekos en la rica región de Mwarannahr. Sin embargo, la obediencia al islam sunní les enfrentó a los iraníes safávidas, defensores del chiísmo, quienes cerraron el sur a la influencia uzbeka. Aislados los uzbekos del mundo exterior, el fin de la ruta comercial por el descubrimiento portugués de una nueva ruta a Asia bordeando Africa llevó a la vida cultural e intelectual que se desarrolló en las ciudades uzbekas al fin poco a poco hasta el siglo XIX.
Los uzbekos desarrollaron una refinada cultura, elevaron el turco chagatai (del grupo de las lenguas turcas orientales, la otomana pertenece a la rama occidental) a una lengua literaria y se establecieron en los oasis como sedentarios agricultores junto a sus enemigos tajiks y exclavos iraníes. Mientras, los kazajos y kirguises de la región se mantenían nómadas como pastores de extensos rebaños. En la segunda mitad del siglo pasado la expansión rusa se hizo presente en la región. Los uzbekos divididos en varios kanatos y enfrentados a los nómadas carecían de fortaleza y de armamento moderno para hacer frente a las tropas del zar. Cuando los rusos acabaron con la resistencia de los pueblos musulmanes del Cáucaso, su potencial se dirigió al turkestán donde poco pudieron hacer para frenar la avalancha rusa. Sus territorios fueron puestos bajo la administración militar y tratados como una colonia. Se salvaron de la rusificación por la abundancia de desiertos que impidió la afluencia de colonos. En las ciudades, sin embargo, se estableció un barrio europeo para los administradores y militares rusos.
No obstante, persistieron rebeliones contra los rusos como la de 1885, protagonizada por el derviche Khan Tore o la de los derviches de Ishan Madali en 1898, ambas sofocadas por las tropas. Pero las ideas modernas penetraron y algunos jóvenes pensaron en la posibilidad de formar un Estado turco en Asia central que sirviese de aliado al imperio turco. La aparición del comunismo a través de los trabajadores rusos impidió aquella idea. Los soviets disolvieron los renacidos kanatos y organizaron el territorio en repúblicas soviéticas. Los elementos rurales se alzaron en guerrillas, los basmachis, que combatieron a los comunistas hasta 1936, mientras los reformistas entraron en el comunismo, pero fueron depurados por su nacionalismo bajo el estalinismo.
Hasta 1991, Uzbekistán no reconquistó su independencia, aunque se mantuvo bajo la influencia de la renacida Rusia. Formada por oasis y desiertos, la población eslava no sobrepasa el 15 %, mientras es la república musulmana más poblada de la región con 25 millones de habitantes. Tachkent, su capital es el principal centro islámico del Asia central por la presencia del Mufti (juez coránico). En la actualidad, el país se enfrenta a un terrible mal ambiental por la desecación del mar de Aral ocasionada por Kruchev, cuando ordenó la irrigación de los desiertos uzbekos para el monocultivo del algodón. Las primeras cosechas fueron buenas, pero cuando se acabaron los nutrientes de unas tierras pobres el algodón bajó su producción y el lago se fue desecando por la masiva sangría de sus aguas. Sin embargo, la riqueza de su subsuelo en cobre y petróleo puede remediar su balanza de pagos. Aunque tendrá que romper el monocultivo del algodón en beneficio de una agricultura hortofrutícola, que era típica en la región, por sus oasis, donde se producía la caña de azúcar. No obstante, la ausencia de cuadros de mando, por la marcha progresiva de los rusos, impide a los uzbekos un desarrollo más acelerado. Su cultura y religión le permite poner freno a la influencia fundamentalista iraní y a su vez favorecer los tratos comerciales con los turcos otomanos. No obstante, su relación con Rusia es innegable con la dependecia de un 85% de su comercio con su antigua metrópoli.
La presencia de minorías uzbekas en el resto de las repúblicas musulmanas son una importante influencia expansiva del futuro del Uzbekistán del presidente Karimov a niveles culturales y políticos, rivalizando el protagonismo del Kazajstán, menos poblado. Los uzbekos están presentes incluso en Afganistán, donde formaban la principal resistencia a los talibanes en el norte, hasta la derrota de su líder Dostum. Como en el pasado, los uzbekos quieren servir de puente privilegiado entre el comercio de Rusia y el mundo islámico turco. Sin embargo, Uzbekistán fue uno de los países del Asia central que se prestó a colaborar con EEUU, permitiendo la instalación de bases militares. Sin embargo, la presión para una mayor apertura democrática ocasionó que la dirección uzbeka volviese a conectar con Rusia y sus aliados. La represión sangrienta ejercida en el 2005 para aplastar una revuelta popular, que ocasionó centenar y medio de muertos, fue motivo para que la Unión Europea castigase económicamente al país. Desde entonces, Karimov volvió a estrechar lazos con Rusia, a nivel económico y militar, cerrando la región del Asia central a la influencia norteamericana.