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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

n no se ha dedicado y se dedica a la innoble tarea de fisgar asuntos de Estado

Va de espías: nuestros aliados del alma se han desvelado como la vieja del visillo

Manuel Parra Celaya. ¡Vamos, que nuestros aliados del alma se han desvelado como la vieja del visillo para casi todo el Viejo Continente! Ya no puede haber secreto ni lío amoroso no confidencia de familia que no sea susceptible de llegar a oídos del Sr. Obama, ese icono de los progresistas que se está revelando que tiene los pies de barro, igual que sus antecesores, con el odiado Busch a la cabeza.
 Por un momento, sin embargo, dejemos a un lado los aspavientos periodísticos y acudamos a esa manía de pensar que tenemos tan olvidada: ¿quién no se ha dedicado y se dedica a la innoble tarea de fisgar asuntos de Estado, estrategias políticas o secretos industriales en nuestro mundo? El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Además, vaya usted a saber si los espías de marras no localizan, por casualidad y a través de esos metadatos aleatorios una conversación entre dos moritos que se proponen secuestrar un avión y estrellarlo contra el Palacio de la Generalidad que preside el Sr. Mas, por ejemplo; si los yanquis lo comunican a tiempo al Sr. Rajoy y se desbarata el intento, a lo mejor nos evitaríamos un agravio más que añadir a la larga lista que tienen los separatistas contra el mundo mundial. Claro que aquí, en Cataluña, ya tenemos cierta experiencia de espionaje con lo del restaurante La Camarga y el avispado vástago del Sr. Pujol, pero, comparado con lo de ahora, nuestros micrófonos en floreros suenan a cómic de Mortadelo y Filemón.
 He leído no sé dónde que, en plano siglo XIV, en el que casi todos se conocían, fueron detectados cuatro espías franceses en la mismísima corte del rey castellano. De forma que la cosa viene de lejos… Por otra parte, ¿quién no lo ha pasado bomba viendo las películas de James Bond, que, además, tenía licencia para matar, cosa de la que no estamos seguros con respecto a los espías americanos de carne y hueso, a pesar de que en España fue asesinado un presidente de Gobierno en 1974 y las cosas aún  no están muy seguras…?
 No seamos hipócritas, por favor. Sabemos de nuestra dependencia tecnológica con respecto al Imperio, dicho sea sin intención de ofender. Por otra parte, tenemos a ciencia cierta que cualquiera de nuestros correos electrónicos, mensajes a través de Facebook, Twitter y otras redes, quedan registrados y a disposición de quien disponga del control de esas nubes que amenazan más que tormentas de otoño, de forma que nuestra privacidad posiblemente está más asegurada si enviamos la carta a la antigua usanza: dentro de un sobre, con sellos reglamentario y cartero, que es como suele hacerlo un servidor de ustedes.
 Por otra parte, también somos conscientes de que, por desgracia, España está sujeta, económica, técnica y políticamente, a ciertas instancias de poder cuyos alcances desconocemos, pero que son infinitamente más poderosos que aquellas invasiones de antaño, que podían solventarse, con paciencia y mala leche, a base de guerrilleros y trabucos. Hemos dejado de pertenecernos, para bien o para mal, en este mundo globalizado. ¿Y ahora vamos a quejarnos de que el usufructuario de la Casa Blanca puede enterarse antes que los ciudadanos vulgares de la última corruptela relativa a los ERE andaluces o de la verdad del caso Bárcenas?
 De todas las maneras, como medida de precaución, antes de sentarme a cenar con mi familia cada noche, paso la mano por debajo de la mesa, a ver si localizo un micrófono oculto y pegado con chicle…