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Entrevista en Diario YA a Juan Velarde Fuertes, uno de los grandes sabios de la economía española

Velarde: "Esto de la refundación del capitalismo es una tontería"

Juan Velarde, en su despacho del Tribunal de Cuentas

Rafael Nieto. 30 de Octubre.

Juan Velarde lleva escrita en la cara la sabiduría. Nos recibe en su despacho de Consejero del Tribunal de Cuentas (¡qué poco caso hacen a los consejeros económicos en España…, y en Europa!), que está empapelado de libros, desde el suelo hasta el techo, en una enorme estantería. En su mesa de trabajo, decenas de carpetas, informes y volúmenes que él tiene perfectamente ordenados en su cerebro. Y muchas fotografías familiares. Tras darnos la enhorabuena por haber recuperado el Diario YA en Internet, nos sentamos para comenzar esta entrevista que tiene, como telón de fondo, una noche oscura en la que el frío ambiental se cuela en los huesos de los más humildes, de los que acaso ahora lo estén perdiendo casi todo. Una entrevista en la que, como buen profesor, Velarde nos explica con pequeño gráfico hecho a mano una de sus brillantes exposiciones. Un verdadero lujo.

Profesor Velarde, hablaba Vd. hace unos días, en un encuentro con antiguos alumnos del CEU, de que todos asumamos la crisis y de la necesidad de tomar “medidas desagradables”, ¿a qué tipo de medidas se refería?

Toda medida económica acaba siendo desagradable…Pero éstas yo creo que son especialmente desagradables porque, en primer lugar, es imposible poner orden dentro de la casa sin una serie de restricciones muy fuertes en el gasto público, no sólo del Estado sino también de la autonomías. Y ese gasto público tiene ahora mismo un amplio conjunto de beneficiarios, y cortar de pronto todas esas ayudas molesta mucho. Un poco lo que hizo José Barea. Irlanda, por ejemplo, se ha desarrollado fuertemente porque tuvieron lo que ellos dicen un “Mac, el tijeras”, un ministro de Hacienda feroz. E Irlanda, que cuando nosotros entramos en la CEE estaba por debajo de nosotros en producto interior bruto por habitante, ahora es el país de la UE con el mayor PIB por habitante (si exceptuamos a Luxemburgo, que es casi una ciudad-estado). Así se consiguen las cosas, ahora desagradable no, es desagradabilísimo. Otra medida necesaria: alterar toda una serie de políticas institucionales relacionadas con las comunidades autónomas. Que el Estatuto de Cataluña sea más bien un reglamento de control de la actividad económica eso perturba y hace caer la productividad. Cortar esto, ¿qué significa?, pues perder apoyo parlamentario, es decir, son medidas antipáticas. Lo mismo ocurre con la energía. España ha apostado a una energía cara. ¿Cuál es la energía barata?, la energía nuclear. Pero eso…, claro, organizaciones como Greenpeace se van a poner en contra. Tenerlos a favor es muy cómodo, y muy desagradable enfrentarse a ellos. Y hay muchos más problemas: hay que replantear el sistema de pensiones, lo que está sucediendo con el Sistema Nacional de Salud, la situación del paro…Y en España no se hace prácticamente nada en materia de ayuda a las familias. Son medidas que hay que tomar inmediatamente, porque cada una de ellas está agravando la productividad, frenando el desarrollo, aumentando el gasto público y la presión tributaria, cosas que son antitéticas respecto a lo que se debe hacer en una depresión. Lo dramático de esto es que, a corto plazo, el resultado no se nota. A medio plazo, el resultado es espléndido, pero al día siguiente de tomar estas medidas no se nota ningún resultado. Por eso se acaban rehuyendo, pero si no se toman, la crisis aumentará.

Es necesario exigir a las administraciones que actúen eficazmente para paliar la crisis, pero imagino que también los ciudadanos debemos sentirnos responsables de la situación, ¿qué debemos hacer los ciudadanos?

Fundamentalmente, tres cosas; primero, tratar de comprender que en estos momentos es necesario aumentar el ahorro y prescindir de ciertos gastos, como salidas al extranjero, etc. Debe exigir a las autoridades que arreglen la situación, que ellos están dispuestos a sacrificarse, pero que espera que toda la colectividad se sacrifique. Y un porcentaje de la población alto tiene que tender a reconvertirse, el modelo que viene va a ser diferente, y se debe exigir que se le diga con cierta claridad hacia dónde debe reconvertirse. Unos tendrán que aprender inglés, otros estudiarán matemáticas a fondo, otros tendrán que cambiar de domicilio; primero que me orienten, pero yo también tengo que asumir esa orientación, porque si no, no voy a poder salir adelante.

En las últimas horas hemos escuchado al presidente francés, y de turno de la UE, una expresión que ha dado mucho que hablar, eso de “refundar el capitalismo”, ¿qué opinión tiene Vd. al respecto?

Los políticos muchas veces tienen frases que a ellos les parece que son luminosas y van a gustar a la gente, porque no dicen nada pero parece que dicen mucho, les viene bien a los unos y a los otros. Sarkozy tenía dos mandatos muy serios. Al principio de su gobierno, pide a Candessus, que fue Director del Fondo Monetario Internacional, un esplendido economista francés, qué es lo que tenía que hacer. Y el Informe Candessus existe, pero como contenía medidas desagradables, no se ha hecho. Después, encargó a todo un equipo dirigido por Jacques Attali, que le hiciese un dictamen. Attali lo presentó, yo por ejemplo lo he leído, y pone los pelos de punta de los cambios que hay que hacer en la economía francesa. ¿Ha hecho algo Sarkozy? Nada. Bueno, resulta que hay una crisis, en parte porque ni Candessus ni Attali han sido escuchados. ¿Y qué es lo que de repente un gobernante dice? “Vamos a refundar el capitalismo”; mire, ande, siga lo que dos grandes técnicos y economistas le han recomendado, y déjese Vd. de refundaciones. El Estado tiene que hacer siempre cuatro cosas: obligar a los empresarios a competir, evitar que el mercado afecte a la dignidad de la persona, el derecho de propiedad no es absoluto y no puede afectar a bienes que son colectivos, y garantizar la confianza en el mundo financiero. El Estado debe intervenir para que sean limpias las conductas de los bancos, los intermediarios financieros, las bolsas de valores, etc. Tiene que haber reglas para que quienes se metan deben jugar limpio. ¿Reformar esto? “Ah, es que tenemos que ser más escrupulosos en…”, pero ¡si esto está desde el principio! “Es que no podemos dejar que se mueran de hambre los pensionistas”, ¡eso está desde el principio, mi querido amigo!, si es que esta refundación es una tontería.

Ha habido también una enorme polémica, a raíz de las medidas tomadas en Estados Unidos por el Gobierno y el Congreso, acerca de la intervención del Estado en la economía, o más concretamente, en el mundo financiero, ¿qué posición mantiene Vd. sobre ese particular?

La intervención del Estado en el mundo financiero y en situaciones de crisis, no hay más remedio, porque en el mundo financiero en el momento en el que se produce un pánico, las consecuencias son espantosas para todo el mundo. Por lo tanto, los pánicos financieros hay que contenerlos, y eso significa no originar un daño tremendo, pero no es arreglar nada. El arreglo tiene que venir por otra serie de medidas. Ahora bien, esa contención del pánico financiero tiene que hacerse siempre con luz y taquígrafos. Claro, esto suele ser siempre a costa del aumento del gasto público, y o se aumentan los impuestos, que empeora la situación, o aumentar la deuda pública, que supone salir al mercado para pedir ahorradores y se quitan los fondos de los ahorradores a la actividad privada, que debe ponerse en marcha. Por tanto, claro que tiene que intervenir, pero no de una manera chapucera.

Hablamos de causas “materiales” de la crisis, pero ¿qué transfondo moral hay en todo esto?

Hay un doble transfondo moral. Keynes, en una conferencia que da en la Residencia de Estudiantes de Madrid, en 1930. Él dice que entramos en una civilización de masas y esto es muy peligroso, porque las masas acaban lanzándose a exigencias y demandas denigrantes para el conjunto de la sociedad. Y hemos entrado en España en una sociedad de masas de “nuevos ricos”, que adora el chirimbolo, situaciones bastante ridículas de adquisiciones, de movimientos, de exigencias y demandas. Nos hemos vuelto locos como consecuencia de ese cambio radical que hubo a partir de 1959, del Plan de Estabilización, a partir de ahí cambia todo. Es otra España en lo económico, es una sociedad que se ha perdido, porque no se ha mejorado desde el punto de vista intelectual, moral, cultural…, solamente ha aumentado el nivel de renta ciudadano. La España anterior a esto admitía el sacrificio y el esfuerzo…, si había que trabajar más se hacía, trabajaba toda la familia que además se reunía para hablar en vez de dejar que los hijos se fueran de fiesta. Ahora no, ahora es una sociedad opulenta, con sus coches, con sus cosas…Además, se han perdido una serie de valores relacionados con la Iglesia. Lo dijo Enrique Fuentes: “La base de la moral había venido a la sociedad española de la Iglesia católica”. Y cuando se perdía esa base de la moral, no se perdía para una cosa, sino para todas. La moral tradicional se ha hundido, y por lo tanto puede ocurrir cualquier cosa.

¿Supondrá esa situación mundial el fin de la economía especulativa?

Eso es imposible, la economía especulativa existirá siempre. La especulación la hacemos todos los días, cuando pensamos si comprar una cosa ahora o hacerlo mañana que costará menos, es decir, “miniespeculación” estamos haciendo constantemente, la vida económica en sí es una pura especulación. Y por lo que se refiere a el conjunto de la actividad financiera, que es esencialmente especulativa, se han conectado los mercados financieros de todo el mundo, y eso ya no hay quien lo desconecte. Los mercados de todo el mundo están continuamente operando y especulando. Eliminar eso es imposible.

Le agradeceríamos unos consejos para pequeños accionistas, ahorradores, economías domésticas y trabajadores..., ¿es un buen momento para ser “conservadores”?

 El mejor consejo es tener en situación de la mayor tranquilidad posible lo que se tiene. Los bonos de los tesoros es lo más seguro…, no va a quebrar Alemania, ni EE.UU., ni España… En empleo, la flexibilidad laboral tendría que aumentar en tiempo de crisis para solventar esa situación, ahora bien: en tiempo de crisis lo que sucede es que aumenta el desempleo y los ciudadanos deben mantener su puesto de trabajo. El desempleo golpea desde fuera. El desempleo es exógeno, uno puede tratar de mejorar su posición hacia el futuro, pero como le llegue el mazazo al pobre hombre… Y digo lo mismo de los empresarios a los que se les viene abajo la empresa. Es horrible ver cómo las ilusiones se destrozan.

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