José Morales Martín. Seguramente que muchos de aquellos que peinamos canas, algunos ya ni eso, recuerdan las corrientes catastrofistas de los años 60 i 70 del pasado siglo, nos acercábamos a un periodo de glaciaciones.

También recordaran que con la llegada de Reagan a la Presidencia de los EEUU se iba a desencadenar una guerra nuclear que acabaría con la humanidad, “la Guerra de la Galaxia” la llamaban, con misiles apuntando a todas las ciudades importantes y acabó ciertamente, pero con el poder del Comunismo y la caída del muro de Berlín.

Eran los años 80 cuando, para los mismo agoreros, el SIDA iba a carcomernos sin excepción, igual que los carnívoros moriríamos como vacas locas, fueron los años de los preservativos. El último Día Internacional pasó totalmente desapercibido, ya no es importante.

En los 90 íbamos a ahogarnos sin la capa de ozono, debíamos evitar consumir aerosoles e infinidad de otros productos. ¿De los agujeros negros?

Alrededor del 2000, con las gripes (asiática, aviar, A, etc.) caeríamos como moscas...

Ahora le toca al Cambio Climático, al calentamiento de la tierra, se han comprometido a que la temperatura no suba más de dos grados, pero no dicen como lo harán. Los intensos fríos de los últimos días de Diciembre parece que confirman el supuesto calentamiento.

El caso es que los de los 70, los 80, los 90, etc. son los mismos que ahora apuestan por el calentamiento. En una especie de delirio llegan a acusar a los animales domésticos, especialmente a los vacunos que en la transformación de la hierba en carne liberan metano, por tanto a recomendarnos no comer carne, de responsables del citado calentamiento. Son los mismos que alteran los datos científicos. Sin duda unos vampiros del clima, puesto que viven de ello.

En el fondo, todo esto está cargado de un panteísmo pagano y de un neomaltusianismo, somos demasiados y hay que adorar a la naturaleza y controlar la natalidad parece ser el objetivo final, para lo cual cualquier método es válido.