Yo también deseo que Dios ayude a Barack Obama
Rafael González. 25 de enero.
No quería dejar pasar la proclamación del nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sin mi comentario para quienes me leen en YA. No porque mi opinión sea imprescindible, ni porque la ocasión -tomando prestada la hiperbólica calificación cervantina para la batalla que le convirtió en el Manco de Lepanto- sea la más alta que vieron los siglos; ni, casi seguro, la de éste que corre; pero sí un acontecimiento importante que merece un lugar en mi modesto protocolo periodístico.
También hizo que me sintiera esperanzado el formidable, breve y clarísimo discurso que pronunció. Frente a los errores cometidos, Obama ha pedido a sus compatriotas retomar a las "verdades" que han hecho a Estados Unidos la nación que es: el trabajo duro, la honestidad, el valor, la justicia, la tolerancia y el patriotismo. Un discurso realista, sin tratar de engañar y sin hacer falsas promesas, tan raro por estos pagos. Ha reconocido la gravedad de la crisis ("Nuestra economía está muy debilitada, como consecuencia de la avaricia y la irresponsabilidad por parte de algunos, pero también por el fracaso colectivo en tomar las decisiones difíciles y preparar a la nación para una nueva era"), y de la guerra en que está inmerso el país, dos adversidades que aquí, ambas, se han negado con inexplicable tozudez. ¿Nos imaginamos, además, también aquí, a un presidente haciendo un llamamiento a la unidad nacional, exaltando la grandeza de la nación española y dando gracias por las tradiciones en las que se funda? Barack Obama lo ha hecho de Estados Unidos. ¿Comprenden por qué siento admiración o sana envidia?
El nuevo presidente de Estados Unidos es todavía una gran incógnita. Y puede que decepcione. Por eso no me hago ilusiones. Pero es esperanzador oírle decir al hombre nuevo, al más poderoso dirigente del planeta: "a todos los pueblos y gobiernos que nos están viendo hoy, desde las mayores capitales al pequeño pueblo donde nació mi padre (Kenia): sabed que Estados Unidos es un amigo de cada nación y cada hombre, mujer y niño que busca un futuro de paz y dignidad, y que estamos listos para ser líderes una vez más". Y para los que tenga oído para oír este clarísimo recado: "A los que se aferran al poder mediante la corrupción y el engaño y silenciando la disensión, sabed que estáis en el lado equivocado de la historia, pero que os extenderemos la mano si estáis dispuestos a abrir el puño".
Yo creo que hay mucho de cristianismo en estas palabras de Obama. No tengo por qué creer que haya –como asegura Juan Manuel de Prada- un componente de religiosidad falsificada en su proclamación. Ni voy a considerarme uno de los que, con discutible gusto, califica en el título de su artículo. Sólo espero, y deseo fuertemente, que Barack Obama sea un buen presidente de los Estados Unidos. Y puesto que ha invocado la ayuda de Dios en su juramento sobre