Redacción Madrid. 11 de mayo. Aislado en el Congreso, sin alianzas parlamentarias de ningún tipo, con la veintena de diputados del PSC amenazando por la falta de acuerdo en el modelo de financiación de Cataluña; con más de cuatro millones de parados y unas negrísimas perspectivas económicas servidas por la Comisión Europea y, lo que es peor -en boca de los diputados socialistas que no ocultan en privado su preocupación por la deriva del Ejecutivo-, con un Gobierno renovado que, en unas semanas, se ha quedado notablemente envejecido. Con este poco halagueño panorama llega José Luis Rodríguez Zapatero a su cuarto Debate sobre el Estado de la Nación, el macroexamen sobre la salud de España como país y en el que, en las últimas ocasiones salió airoso, cuando no victorioso.
Todos los partidos coinciden en que éste, el de los días 12 y 13 de mayo, no va a ser un debate cualquiera. La situación política derivada de los resultados en Galicia y País Vasco, la crisis económica y la inminente celebración de unas elecciones europeas convierten la principal cita parlamentaria del año en un peligroso fuego cruzado para el presidente. Zapatero va a insistir por enésima vez en las bondades de sus medidas económicas -Plan E, líneas ICO y diálogo social- para enarbolar su manido mensaje de que los trabajadores no se verán desprotegidos. El equipo económico que dirige Elena Salgado trabaja en alguna sorpresa que Zapatero pueda reservarse para su réplica con Mariano Rajoy: nuevas medidas de apoyo a desempleados e incentivos fiscales.
Y todo porque la economía, se quiera o no, va a centrar casi de forma monográfica el debate, pese a que el líder del Ejecutivo pretende llevar al hemiciclo su álbum fotográfico de las últimas semanas: presencia en el G-20, entrevista con Obama, visita de Sarkozy, detención del enésimo jefe de ETA, Jurdan Martitegi, la elogiable gestión de la gripe A y, por supuesto, la llegada de López al Palacio de Ajuria Enea. El lado social del Gobierno le ha preparado al presidente dos balas trazadoras de despiste: la Ley de Libertad Religiosa y la siempre polémica reforma del aborto.
LA SOMBRA DE LAS EUROPEAS
Zapatero va a plantear su intervención como el primer gran acto de la precampaña electoral europea apelando a su gestión, al origen internacional y financiero de la crisis y su proverbial optimismo y manejo del tempo mediático. Pero cuando el martes acabe su primera intervención, va a escuchar una larga y durísima lista de reproches de la oposición de siempre y de la nueva, es decir, de sus ex aliados de la izquierda y del PNV. En el Grupo Vasco y en CiU hay además un enfado monumental con el Gobierno por el hecho de que sus debates con Zapatero se vayan a celebrar horas antes -tal vez el mismo día- que el Barcelona y el Athletic de Bilbao disputan la final de la Copa del Rey. Los malpensados aseguran que el PSOE busca que la bronca que José Erkoreca y Josep Antoni Duran i Lleida van a soltar a Zapatero -y que va a ser "de órdago", según fuentes de ambos partidos- tenga la mínima repercusión entre vascos y catalanes.
Al margen del PP, que merece capítulo aparte, CiU va a reprochar al Gobierno sus incumplimientos con Cataluña en materia de financiación, de desarrollo estatutario y de traspaso de Cercanías.
Pero Duran lleva además una catarata de críticas sobre la "improvisación e ineficacia" de la política económica del Gobierno y el rechazo frontal de Zapatero a un acuerdo de estado similar al que alumbró los Pactos de La Moncloa. En este aspecto, se espera con notable interés el grado de acuerdos que CiU y PP pueden adoptar enmateria de política fiscal, ayuda a las familias, reformas estructurales y pensiones, puntos de consenso que podrían reflejarse en la redacción de propuestas de resolución comunes, todo un misil de flotación a la estrategia gubernamental.
ESCENARIO VASCO
Tras Duran subirá a la tribuna de oradores el vasco José Erkoreka. Va a desplegar una larguísima lista de reproches que se sustentan en uno: el PSE ha optado por un pacto "antinatura" con el PP para desalojar a Ibarretxe. Y con este desencuentro sentimental, la cadena de críticas a la política económica de Zapatero va a ser interminable. Joan Ridao, de ERC, ya se ha mostrado favorable a utilizar el Debate de la Nación para "arrodillar" al presidente. Sin acuerdo de financiación -la baza que se reserva Zapatero y que podría anunciar en su primera intervención para desarmar toda esta estrategia relatada-, Ezquerra va a acusar a ZP simple y llanamente de "traicionar" a Cataluña.
Tampoco ha sido muy hábil el PSOE en buscar el apoyo de su tradicional aliado de izquierdas, IU. La opa hostil del nuevo presidente andaluz, José Antonio Griñán, a Rosa Aguilar ha sentado tan mal en la coalición que se aventura la venganza en este mismo debate. El BNG, libre de ataduras con el PSOE tras el fracaso en Galicia; los canarios -que navegarán en función de lo que puedan obtener en la negociación de las resoluciones con el PSOE-, y Rosa Díez -que va a aprovechar un magnífico espacio mediático para situar a su UPyD en el escenario preelectoral europeo-, terminarán de amargar los dos días a Zapatero.
En la dirección del Grupo Socialista se observa con preocupación el riesgo de que la soledad parlamentaria del Gobierno se escenifiquen en las decenas de resoluciones que se aprobarán tras el Debate. Porque va a ser imposible hacer lo que lleva semanas haciendo: negociar in extremis para acabar sumándose a las votaciones de los demás simplemente para no perderlas.
EL PP PLANTEA EL DEBATE COMO UNA "SUERTE DE MOCION DE CENSURA" Y MIDE SUS ALIANZAS
Desde la cúpula del Partido Popular se temían lo que al final ha ocurrido: el adelanto de la fecha del Debate sobre el Estado de la Nación. "Demuestra un temor del PSOE a que el debate se convierta en una suerte de moción contra el Gobierno de consecuencias imprevisibles", subrayan fuentes del principal partido de la oposición.
En 'Génova' dudan sobre si para entonces el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, habrá cuadrado la parte más importante del sudoku de la financiación autonómica: la pata catalana. "Sería muy precipitado, pero éstos son capaces de todo", comentan en el PP. Otros, como su presidenta del partido en Cataluña, Alicia Sánchez Camacho, ya han apuntado en los órganos de dirección del partido la hipótesis de que la financiación catalana esté resuelta.
El Grupo Popular en el Congreso de los Diputados trabaja desde el mes pasado en la cobertura de fichas, "por si son de utilidad al presidente", y en las "15 propuestas de resolución que suponen una alternativa completa para salir de la crisis: social, económica e institucional". Ala espera de las negociaciones finales, confían en sacar adelante sus propuestas con diferentes apoyos, "incluso del PSOE, son de lo más sensato", concluyen.