ZP y su España irreal
Miguel Massanet Bosch.
Un ejercicio de cinismo solapado, sí señores, así podríamos calificar a la actuación del señor Zapatero en la sesión de control del año, en el Congreso. Lo cierto es que, nuestro Presidente, lleva unos meses en los que va dando tumbos, tanto en el ámbito nacional como en el internacional, sin que acabemos de prever en qué va a terminar este empeño en ir negando las dificultades por las que está pasando nuestro país, obstinado en ver las pavesas de algunos signos apenas perceptibles de mejora y negándose a aceptar el incendio invasor que, poco a poco, va poniendo a nuestra nación a la cola de las que están esperando para entrar en la UCI, siguiendo los pasos de los griegos. El jugar con las palabras, el vender que el vaso está medio lleno y el utilizar silogismos que resultan ser sofismas, es algo evidentemente peligroso por cuanto puede generar falsas expectativas en aquellos que están con el agua al cuello. Lo que resulta, todavía, más incomprensible es que después de que este Gobierno nos haya intentado mantener al margen de la realidad, haya utilizado a la prensa afín para desviar nuestra atención y ensayado todo tipo de trucos propagandísticos para mostrarnos a un país que nada tiene que ver con lo que es esta España actual; todavía tengan la osadía, la desvergüenza y el empecinamiento de volver a insistir en tomarnos por menores de edad, incapaces de pensar y analfabetos, reafirmándose en asertos que no tienen el más mínimo fundamento y que se hallan a años luz de lo que es la verdadera situación de nuestra nación; no solamente en orden de nuestra economía interna, sino en cuanto a nuestra situación de penuria en el aspecto laboral y nuestros problemas financieros, representados por la situación de nuestras cajas de ahorros y de algunos bancos.
Es posible que, el señor ZP, crea que España está en la misma situación económica que hace seis meses y que, el hecho de que el PIB en el último trimestre sólo se haya deteriorado en un 0’1% respeto a los anteriores, ya le permita afirmar que la recesión ha tocado fin. Sin embargo, la credibilidad del señor Presidente del gobierno, al menos en cuanto se refiere a sus facultades como profeta, se puede decir que no goza del más mínimo prestigio. No vamos a recordar, por excesivamente prolijo, el número de veces que con el mismo gesto adusto, el mismo énfasis y la misma osadía, ha repetido que el empleo aumentaría, que la crisis ya estaba siendo superada y que los que decían otra cosa no eran más que un hatajo de antipatriotas. Recordemos que, contra este optimismo antropológico del señor ZP, tenemos otros informes que no coinciden con su diagnóstico y que no nos traen tan buenas noticias. El FMI ha pronosticado que España, en el 2010, perdería un 0’6% de su PIB; FUNCAS prevé una caída del 0’5% y un descenso de empleo del 2’1% adicional; el servicio de estudios del BBVA espera una baja del 0’8% en su previsión para el 2010 ( no olvidemos las ayudas del Estado a la automoción y a los ayuntamientos, todas ellas con fecha de caducidad); aunque los hay más pesimistas como Pricewaterhouse Coopers que pronostica, para España, una caída del 1’2% del PIB recogiendo una opinión del 94% de todos los expertos que califica de mala o muy mala la situación actual.
La pregunta obvia que se le podría hacer al señor Rodríguez Zapatero es ¿si cuentan dentro de este diagnóstico tan positivo que hace, los 500.000 nuevos desempleados que se han producido dentro del último semestre? O si ¿considera como un argumento sólido, para decir que estamos en la misma tesitura que hace seis meses, el hecho de que miles de empresas, en este lapso, hayan bajado sus persianas por no poder superar la recesión? Seguramente, también se deja en el tintero el hecho de que 1’5 millones de españoles ya no perciben ayuda por desempleo y la necesidad urgente que ha tenido el Tesoro de emitir más Deuda Pública (al 4% de interés) para poder continuar pagando el subsidio a los nuevos desempleados que, cada día, se van apuntando al INEM.
Sin embargo, donde la sorpresa que se ha llevado ZP ha sido mayúscula, ha sido en lo que tenía que ser su entrada triunfal en la presidencia de la UE. Si había puesto alguna esperanza en que ello lo iba a catapultar a la fama y al estrellato, la decepción que debe haber recibido es posible que roce los límites del más absoluto desencanto. Porque, señores, si fue recibido de punta por toda la prensa europea, si fue blanco de las cuchufletas más sangrantes de los medios de comunicación de toda Europa y si, para más INRI, su puesto quedó subordinado al de un nuevo presidente permanente del Consejo Europeo, señor Van Rompuy, que le ha restado protagonismo y libertad de movimiento. No hemos tardado en comprobar lo que ya pronosticábamos, modestamente, en un artículo anterior, y ha sido el hecho irrefutable de que en Europa no se hace nada, no se decide nada, no se proyecta nada que no haya sido bendecido por las dos grandes potencias que se han aliado para impulsar la nueva Europa, Francia y Alemania.
Si Grecia tiene alguna esperanza de salir a flote, a pesar de sus precarias circunstancias, se lo deberá, sin duda, a los esfuerzos y al aval de estas dos naciones, que son las que han tomado el mando de la operación de rescate de los helenos. Europa no hubiera hecho nada por su cuenta y mucho menos el señor ZP, que es mirado poco menos que como a un advenedizo que, lo único que ha conseguido, es contribuir, con sus errores, a poner en peligro el valor del euro. Resulta cómico, infantil y fuera, absolutamente, de lugar que ahora, a tiro pasado, la señor Elena Salgado nos quiera vender que va a ser España, por medio del señor Zapatero, la que se va a poner al frente para solucionar el “problema de Grecia”, como si nosotros, los españoles, no estuviéramos heridos del mismo mal y expuestos a que, de aquí a unos meses, ocupemos la poco envidiable situación que hoy afrontan los griegos. Parece que seguimos pavoneándonos de aquello de que “en España no se pone el sol”, cuando apenas conseguimos disfrutar del que sale por el Este. Estos desplantes, estas actuaciones, como la del viaje de la ministra para visitar a los del Finantial Times, nos sitúan en el vergonzoso lugar de los pedigüeños, sin ninguna consideración por las formas y los modos, desprestigiándonos más de lo que ya lo estamos. ¡Una ministra buscando árnica!, no ante el gobierno británico, no ante la cúpula de la CE, no señores, ante un rotativo que nos la tiene jurada y que, cuando se aperciba de que lo que le han ofrecido no es más que otro bluff de ZP, nos va a desollar vivos.
El problema, señores, es que ZP no se preocupa de sacar a España del atolladero; no quiere que le ayuden; no quiere rectificar su política; no quiere reducir gasto público; sólo intenta resistir en su puesto hasta el marzo del 2012, para intentar que lo elijan de nuevo. Papandreus, de Grecia, ha actuado con sensatez y sabe que va a tener que tragar mucha bilis, porque las condiciones que se le impondrán para conseguir apoyo comunitario que le ayuden a sacar a Grecia de la crisis, van a ser draconianas; pero va a hacer lo necesario, por encima de sus ideales y sus sentimientos partidistas, porque para él, sobre cualquier otra consideración, está Grecia y su pueblo. Un ejemplo de realismo sensato que no vemos que pueda tener efectos ejemplificantes en este señor que nos gobierna y que, sin duda, debiera de ser destituido de su puesto por haberse demostrado incapaz para enfrentarse a la recesión y por conducir al pueblo español a la más que evidente ruina. Eso no será, no obstante, hasta que el pueblo reaccione y, por raro que parezca, esto no sucederá hasta que el problema ya no sea reversible.