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Diario YA


 

Todo ello está en el aire

¿Desobediencia, secesión, revolución u ocupación?

Miguel Massanet Bosch. Es posible que los separatistas, tanto catalanes como vascos, se crean legitimados para exigir a los españoles que los dejen volar solos en busca de unos utópicos paraísos terrenales, en manos de gobiernos de izquierdas; ya que, tanto en una autonomía como en la otra, el destino final de sus escarceos nacionalistas sería acabar en manos de ERC o de Bildu y sus patrocinadores de la ETA, respectivamente. Y uno, si no fuera español hasta lo más profundo de su ser, seguramente quisiera que probaran durante unos meses esta medicina que tanto parecen desear, para que supieran que, la verdad que se esconde detrás de las absurdas promesas de quienes propugnan la escisión de España, sólo los conducirían hacia su propia autodestrucción, aislados de Europa y sin posibilidad alguna de conseguir financiación para su deuda desde las bolsas europeas; en las que ya se empieza a notar el efecto de una cierta desconfianza hacia Catalunya, debido al aviso de la agencia de rating Fisch que ha puesto bajo sospecha la deuda catalana con la amenaza de hacerla bajar dos puntos, hasta la categoría de “deuda basura”.

Lo peor es que, la táctica que parece que pretende utilizar el “astuto” señor Mas, es la de ir sembrando de obstáculos el camino hacia el día en el que, de no existir la suspensión decretada por el TC, se debería celebrar el anunciado referendo por el “derecho a decidir”. El paso que se dio ayer para nombrar una comisión que debería estar encargada de la organización de la consulta, no deja de ser una infracción a la suspensión decretada por el TC que, por supuesto, comprende todos los actos, preparativos, movimientos de propaganda y todo aquello que pudiera estar relacionado con la Ley de Consultas y la convocatoria firmada por el señor Mas. La señora Sánchez Camacho ya anunció que se denunciaría, ante la fiscalía, cualquier intento de desobedecer la suspensión decretada por el Alto Tribunal.

Hoy se ha anunciado que se va a recusar al presidente del TC y esto no es más que la continuación de las alegaciones, no en contra del recurso presentado por el Gobierno, en contra de la ley catalana, sino contra la misma suspensión, algo que se produce automáticamente cuando el TC admite a trámite un recurso presentado por el Gobierno en contra de una ley procedente de una autonomía. Se trata, simplemente, del clásico pataleo de chiquillo mal criado empeñado en enfurecer a sus padres, con la pretensión de que accedan a satisfacer sus caprichos. Como es natural, no van a conseguir nada que los favorezca pero, con ello, al menos le están dando carnaza a toda aquella masa de catalanes, a los que convencieron de que la separación de España y la constitución de un estado propio catalán, era cosa fácil y que estaba dentro de la legalidad (la que ellos se inventaron, por supuesto).

No debemos de extrañarnos de que, en lo que queda de aquí a el 9N, se produzca una batalla de recursos, alegaciones, descalificaciones, manifestaciones, amenazas, ocupaciones de calles, plazas y toda suerte de intentos de producir el caos, crear revueltas y provocaciones, con el fin de encender los ánimos del populacho, con el apoyo de activistas, estudiantes, comunistas y antisistema; con el solo objetivo de crear una situación de inseguridad ciudadana, la interrupción de la normalidad y el terror callejero, que obligue a que las fuerzas antidisturbios se vean obligadas a emplearse a fondo. Una sola víctima provocada y unas fotografías amañadas, pueden ser suficientes para que, el victimismo y la propaganda de los nacionalistas intenten provocar una reacción de simpatía en Europa hacia su causa.

Es evidente que, al Gobierno, ahora le toca mantener la serenidad; ocuparse de que no se le escape de las manos la tranquilidad y seguridad de las calles; mostrarse enérgico en la aplicación de las leyes y tener vigilados a los cabecillas del separatismo catalán, para que, si fuere necesario, se les haga responsables de todo aquello de lo que son  especialmente responsables. No debemos olvidar que, el reto separatista catalán, en estos momentos está siendo seguido con gran interés, tanto por los separatistas de otras autonomías como por todos aquellos que están al acecho para aprovecharse de las aguas turbulentas del independentismo, para sacar provecho político de ello; entre los cuales se encuentran partidos como Podemos o el PC del señor Cayo Lara, que esperan que este tipo de enfrentamientos les resulten favorables para sus aspiraciones al poder.

Lo que sucede es que no estamos en unos momentos oportunos para que, dentro de nuestra nación, se produzcan esta clase de disputas, divisiones y se ponga en cuestión la unidad y la solidaridad entre todas las autonomías españolas; precisamente cuando se había conseguido que los inversores foráneos hubieran recuperado la confianza en nuestra economía y solvencia y, muchos de ellos, habían escogido nuestra deuda como un refugio para sus inversiones bursátiles. En la CE se están produciendo situaciones que pueden hacer pensar que la recuperación no está tan cerca como se pudiera prever en los meses pasados y, la situación en Francia, Italia e incluso en la potente Alemania pudiera hacer pensar que la recuperación se está retardando e, incluso, hay amenazas de deflación, que pudieran dar al traste con el optimismo de las últimas semanas.

El peligro de que el señor Mas y el señor Junqueras puedan pensar que, para esconder los efectos de su fracaso en el tema de la consulta, lo que convenga sea movilizar a los catalanes para que se dediquen a convertir a Catalunya, en un lugar inhabitable en el que el orden, la seguridad, la paz y la convivencia sean imposibles, fomentando la división entre la ciudadanía y creando un clima de insumisión que convierta a este país en  un lugar de enfrentamiento de sus habitantes, con la posibilidad de que algo que pueda empezar con protestas civilizadas pudiera derivar, por causa de elementos interesados en crear algaradas, mediante provocaciones, que pudiera acabar causando víctimas entre los bandos enfrentados. Puede que esta sea la amenaza latente que flota sobre todo este desafío al Estado de Derecho, la advertencia de que se produzca una verdadera revolución de masas que acabe por crear una situación incontrolable y deban adoptarse medidas excepcionales para acabar con ella.  

Ni que decir tiene que, el llegar a esa fase de enfrentamiento, sería lo peor que le podría pasar a España y, ya no digamos a la propia Catalunya que, no olvidemos, depende de que su economía funcione, sus exportaciones se mantengan, su desempleo no aumente más (estamos por encima de los 500.000 parados), su deuda pública baje de los 62.000 millones de la actualidad, sus posibilidades de pagar a los pensionistas no se malogren, se pueda sostener la Sanidad y las prestaciones del INS  y sus relaciones con  Europa y España sigan siendo fluidas. España y Catalunya son una sola cosa y cualquier intento de deshacer esta unión está condenado al fracaso. Si, por parte del nacionalismo extremo y excluyente, se pretende seguir en su intento de separase de España, entonces, señores, se deberá plantear acudir a lo dispuesto en la Constitución y tomar las medidas adecuadas para que, quienes son desleales a España, sean tratados como tales, tal como ocurrió con Maciá y Companys durante el siglo pasado.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos como se están cavando las trincheras de la separación en lugar de los puentes de la amistad y convivencia. Mala cosa.
 

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