¿Es Soraya el Rasputín del PP? ¿Sí?, ¡pues vamos servidos!
Miguel Massanet Bosch. Hace tiempo que nos venimos preguntando ¿quién es que manda, en realidad, en el PP? Los últimos acontecimientos que han tenido lugar en España nos hacen pensar que el actual PP, el del señor Rajoy, la señora Santamaría, o el mismo señor Monago, no tienen nada que ver, ni de lejos, con el partido del señor Fraga o del señor Aznar. El cambio que ha experimentado la formación, a la que muchos estuvimos apoyando desde su misma fundación, nos hace barruntar que algo se mueve dentro del partido con la intención de cambiarlo, darle otra orientación y, evidentemente, expulsar de él a cualquiera que quisiera mantener el espíritu democristiano y clerical que todavía pudiera formar parte de algún puesto importante, dentro de la dirección. Es evidente que, los actuales directivos, han conseguido formar un núcleo, centralizador, inaccesible a las quejas de los presidentes de sus autonomías y dispuesto a mantenerse en el machito contra viento y marea aunque, para ello, tengan que sacrificar a todos aquellos que todavía creen en la vigencia de los valores, principios y fundamentos que dieron lugar a la creación del partido, cuando se intentaba frenar el imparable auge de los socialistas y de su carismático Felipe González.
Pese a las firmes declaraciones del Gobierno de que, en Catalunya, no iba a celebrarse consulta alguna; pese a las dos resoluciones del TC contrarias a que se celebrara la consulta, ni en su primero planteamiento ni en su segundo intento de soslayar la legalidad; el señor Mas y los suyos, han cejado en sus proyecto, convencidos de que el Gobierno de Madrid no iba a hacer nada para impedirlo. Hoy, domingo, día 9 de noviembre, los catalanes van a poder votar sin ningún impedimento. El señor Mas y el señor Junqueras se han salido con la suya y, miren en que día que se lo anuncio: a partir de ahora la batalla separatistas no va a tener freno. La primera consecuencia va a provenir del señor Urkullu del PN vasco que, como ya ha venido anunciando, no va a consentir que Catalunya se adelante en nada a los vascos y, con el precedente catalán, lo primero que van a hace será celebrar su primera consulta. En segundo lugar, el Gobierno ha permitido que se mantengan en este simulacro de consulta, las dos mismas preguntas que fueron rechazadas de plano por el TC; a mi criterio, con independencia de quienes fueren los que las plantearan. En tercer lugar, mucho nos tememos que el TC se negara a intervenir una tercera vez sobre el mismo tema; cuando ha sido el propio Gobierno quien ha permitido que se celebre la consulta en contra de la suspensión decretada.
El señor Rajoy y su equipo, demostrando su pusilanimidad y la debilidad de su gobierno, han probado a todos los españoles ser incapaz de afrontar los retos importantes de la nación. Es evidente que, en el resto de Europa, la mayoría de nuestros socios en la CE se deben estar tirando de los pelos, a la vista del precedente que se ha establecido en España, al cederse ante los chantajes de una parte de sus ciudadanos que pretenden la ruptura con ella. Todo esto cuando en Europa se busca, precisamente, la unión de todas las naciones europeas. Las secuelas ya se nos vienen anunciando desde los bancos de inversiones europeos y americanos: pérdida de confianza de los inversores en la deuda pública española y en las de nuestras autonomías, en especial, en la catalana. Y es que, señores, cuando escuchamos a la señora vicepresidenta del Gobierno (como siempre, midiendo al milímetro sus palabras por el temor a decir algo que la pueda perjudicar), hablarnos de “respeto a la ley”; de las responsabilidades de los presidentes autonómicos; de la energía con la que el Gobierno piensa hacer cumplir la ley y luego, un día como hoy, vemos la tranquilidad con la que, quienes pretender separar a Catalunya de España, ponen en práctica sin impedimento alguno sus amenazas; empezamos a pensar que se nos ha estado tomando el pelo a los españoles y que todo ha sido una farsa, urdida en las cloacas del Estado, para salir del paso, sin tener que acudir al artículo 155 de la Constitución ni enfrentarse a una reacción adversa por parte de los propulsores de este desafío a la nación española. ¡Señores, estamos ante la entrega de la nación española a quienes, por todos los medios, quieren acabar con ella!
Es evidente que alguien está manipulando y jugando sus bazas para alcanzar el poder dentro del PP. Y si nos atenemos a los signos indicativos que se pueden deducir de las informaciones de prensa y los movimientos que tienen lugar dentro del partido, es fácil colegir que quien tiene un papel estelar en toda esta movida es, sin duda, la señora Sáez de Santamaría. Se la encuentra en todas partes, está metida en todos los rincones del PP y forma parte de todos aquellos acontecimientos de relevancia que tienen lugar en él. Ella teje y desteje a su antojo, como una moderna Penélope, y su influencia, al parecer, se extiende a muchos aspectos de la vida nacional en un principio, ajenos a la órbita del PP.
Se viene comentado la “gran amistad” que, de un tiempo a esta parte, mantiene con el señor Cebrián de El País, un periódico habitualmente enfrentado al PP y que no ha dudado en poner de chupa de dómine a los populares y, en especial al señor Rajoy. Se dice que la vicepresidente ha tenido mucho que ver con el despido de P.J. Ramírez de El Mundo y del señor José Antich de La Vanguardia (al primero por el trato de los problemas de la Casa Real y su entrevista a Bárcenas); todos ellos con muchos años en su puesto en la dirección de sus respectivos periódicos. Tampoco parece ajena al reciente nombramiento del nuevo presidente de la TV1, el señor José Antonio Sánchez, lo que le garantiza tener un hombre de confianza dentro del medio.
Su buena relación con Cebrián parece que puede compararse con la que Rubalcaba mantenía, en sus momentos, con dicho señor lo que le permitía maniobrar dentro de la redacción, para cambiar todo aquello que no le parecía conveniente a sus intereses partidistas. La señora Santamaría parece haber heredado, con su acercamiento a Cebrián, sus derechos de intervenir en las interioridades de El País y conseguir que aquel periódico, que era el enemigo público nº 1 del PP, haya cambiado de orientación y ahora apoye al Gobierno, aunque parece que sigue en su crítica al señor Rajoy, algo que pudiera resultar beneficioso para las aspiraciones de la vicepresidenta a sucederle en la presidencia del Gobierno, en unas futuras elecciones. Se dice que Prisa está pasando graves problemas económicos y que sus deudas impagadas ya podrían haberle conducido a la quiebra, si no fuera por el apoyo que ha recibido de la señora Santamaría. Todo, como es sabido, tiene su precio.
Nos cuesta creer que, en el tema de Catalunya, la vicepresidenta no haya tenido un papel más activo del que dan a entender sus contadas ocasiones en las que se ha referido, siempre escuetamente, al tema. Mucho nos tememos que, en el PP, como en sus tiempos el señor Rubalcaba lo fue, en el PSOE; no haya asumido el papel mítico del gran manipulador en la corte zarista rusa, el señor Rasputín. Siempre se ha dicho que ha existido una patente rivalidad entre Santamaría y Cospedal y es evidente que, la segunda, está llevando la peor parte. Lo que sucede, señores, es que: si esperan continuar dejando a las bases del partido de meros espectadores y siguen empeñados en seguir sus manejos cortesanos, decidiendo quién debe suceder al presidente en petit comité, se exponen a que, cuando llegue el momento de las legislativas, sean lo únicos que voten a su partido. Lo he venido repitiendo en numerosas ocasiones: en estos momentos, con el partido desarbolado, el único que conseguiría volver a poner orden dentro de él sería, por mucho que les pese a algunos, el añorado señor Aznar. ¿Qué no? Pues allá ustedes.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, mucho nos tememos que España vaya directa a su propia destrucción.