¿Una última oportunidad para un partido identitario, social-patriota o populista español?
Fernando José Vaquero Oroquieta. Los resultados electorales del 20 de diciembre han roto no pocos esquemas. En todo caso se imponen varias conclusiones:
- El Partido Popular ha ganado… para perder.
- Pedro Sánchez y el PSOE quedan a merced de Podemos.
- Podemos se hace con los votos de unas generaciones educadas en el consumismo, el individualismo, el rechazo al esfuerzo y a cualquier forma de autoridad… y crédula hasta la náusea en el poder de papá-estado para solucionar sus problemas milagrosamente.
- Ciudadanos quiere pero no puede. Se hace irrelevante y su futuro queda en entredicho… salvo hundimiento estructural del Partido Popular; lo que no sucederá, pues o se mantienen unidos o pueden llegar a perder todo poder.
- A los separatistas, aunque perdiendo globalmente votos, se les presenta una oportunidad extraordinaria para quebrar definitivamente España.
- Ninguna fórmula de gobierno posibilita una reforma consensuada de la Constitución; no en vano, todos quieren hacerlo, pero en direcciones inconciliables.
- La amenaza de una nueva crisis económica se visualiza en el horizonte macroeconómico. En suma: España se presenta, hoy, ingobernable y con un futuro totalmente incierto. En este escenario de crisis permanente, no ha cuajado, en modo alguno, un actor presente y en alza en casi toda Europa: la derecha social, identitaria, social-patriota o populista; según preferencias en su denominación.
De entrada, el Partido Popular ha ocupado todo el espacio del centro-derecha más posibilista; aunque perdiendo votos sobre todo en dirección a Ciudadanos… y la abstención. Por lo que respecta a su derecha, ninguna formación ha conseguido resultado relevante alguno; circunstancia que tampoco puede sorprender a nadie.
El partido liberal-conservadora VOX, liderado por Santiago Abascal, y que tanto esfuerzo ha desplegado, en vano, apenas ha sumado 57.733 votos; de modo que no ha obtenido escaño alguno; si bien únicamente tenía alguna remota posibilidad por Madrid, región en la que empleó la mayor parte de sus recursos y la totalidad de sus escasas bazas mediáticas. Además de la de Madrid, presentaba listas por otras 29 provincias al Congreso de los Diputados: Albacete, Alicante, Almería, Asturias, Ávila, Burgos, Cáceres, Cádiz, Cantabria, Castellón, Ciudad Real, La Coruña, Cuenca, Granada, Guadalajara, Huelva, Jaén, León, Lérida, Málaga, Murcia, Las Palmas, Salamanca, Santa Cruz de Tenerife, Sevilla, Toledo, Valencia, Valladolid y Zaragoza. Pero, por el contrario, en Islas Baleares, Vascongadas, Comunidad Foral de Navarra y La Rioja no lograron presentar listas; como tampoco en Ceuta y Melilla. En Cataluña y Galicia -comunidades con cuatro provincias-, VOX presentó listas a una sola provincia (Lérida y La Coruña, respectivamente).
VOX presentaba, por otra parte, las siguientes listas para el Senado: Albacete, Alicante, Almería, Asturias, Ávila, Burgos, Cáceres, Cádiz, Cantabria, Castellón, Ciudad Real, Cuenca, Granada, Guadalajara, Huelva, Jaén, León, Lérida, Madrid, Málaga, Murcia, Fuerteventura, Gran Canaria, Salamanca, Tenerife, Sevilla, Toledo, Valencia, Valladolid y Zaragoza. Con estos resultados, la continuidad de VOX es más que dudosa. Si algo se ha evidenciado es que en su formulación liberal-conservadora, VOX no tiene posibilidad alguna. De hecho, ha perdido tres cuartas partes de los votos conseguidos en las elecciones europeas. Y su esperanza de que unos malos resultados del Partido Popular decidieran a un sector de sus cuadros y militancia saltar a VOX, como fórmula de recambio, se ha desvanecido por completo; por muchas invocaciones a la perseverancia que realice Santiago Abascal.
Por lo que respecta al resto de grupos del área, si así puede denominarse, sus perspectivas tampoco se presentaban propicias en modo alguno. Así, las diversas siglas falangistas, que en cada elección se podían presentar en número de dos o tres por provincia, han sido redimensionadas por los cambios producidos en la normativa electoral. Así, la única presente en estos comicios, Falange Española de las JONS, únicamente logró presentar listas en 8 provincias: Almería, Ávila, Córdoba, Madrid, Palencia, Segovia, Sevilla y Valladolid. Ha conseguido 7.591 votos. Democracia Nacional, por su parte, se presentaba por 7 provincias: Almería, Castellón, Ciudad Real, Huelva, León, Soria y Valladolid. Suma apenas 1.685 votos. Su remota esperanza de constituirse en punta de lanza de una alternativa española al modo Le Pen queda, de este modo, por completo descartada.
El Partido Familia y Vida, que en su día anunció su integración en VOX, se presentaba únicamente por Baleares, siendo la de Barcelona la otra candidatura que se le “cayó” a última hora. Ha alcanzado 714 votos. Insignificante.
El partido de Armando Robles, Soluciona, que viene apareciendo y desapareciendo en diversas vicisitudes, se presentaba, como no podía ser de otra manera, únicamente por Málaga. Cosecha 406 papeletas. Bien haría Armando Robles en centrarse en su Alerta Digital, mejorándolo en línea y contenidos, configurándolo como uno de los escasos portavoces del área, y abandonando ese espíritu aventurero que tanto le atrae.
Tal vez pudiera considerarse como próxima al área la candidatura Avant impulsada por militantes del Grupo de Acción Valencianista y Renovación Política. Apenas ha sumado 1.001 votos. De este modo queda descartada como opción de rescate del valencianismo político y para cualquier otra maniobra de alcance.
Otros grupos en la línea del Frente Nacional francés, como España 2000 y la Plataforma por Cataluña, propugnaron el voto nulo, en blanco o la abstención.
La Comunión Tradicionalista Carlista no se presentó, apelando a la reconstrucción social y moral de España a través de sus cuerpos intermedios y sus realidades sociales vivas. Alternativa Española tampoco se presentó.
Es evidente que el populismo, en España, seguirá siendo de extrema izquierda. Y no parece vislumbrarse ninguna Marine Le Pen española. No obstante, con un Jean-Marie sería suficiente para construir, acaso, una última trinchera de la identidad española.