¿Y que quiso decir Juan Pablo II al afirmar que Jesucristo es el Redentor del hombre?
Javier Paredes. El protagonista del día es Juan Pablo II que cuatro meses después de su elección publicó su primera encíclica, Redemptor Hominis, el 4 de marzo de 1979. Las primeras encíclicas de los pontificados, de algún modo son el programa de cada Papa. Y en este caso no hay ninguna duda, porque después de haber saludado al orbe entero con el “No tengáis miedo”, procedía explicar el programa de actuación. Y para que no quedara ninguna duda, bien claro lo escribió Juan Pablo II en el primer párrafo de la encíclica:
“El Redentor del hombre, Jesucristo, es el centro del cosmos y de la historia. A Él se vuelven mi pensamiento y mi corazón en esta hora solemne que está viviendo la Iglesia y la entera familia humana contemporánea. En efecto, este tiempo en el que, después del amado Predecesor Juan Pablo I, Dios me ha confiado por misterioso designio el servicio universal vinculado con la Cátedra de San Pedro en Roma, está ya muy cercano al año dos mil.
Es difícil decir en estos momentos lo que ese año indicará en el cuadrante de la historia humana y cómo será para cada uno de los pueblos, naciones, países y continentes, por más que ya desde ahora se trate de prever algunos acontecimientos. Para la Iglesia, para el Pueblo de Dios que se ha extendido —aunque de manera desigual— hasta los más lejanos confines de la tierra, aquel año será el año de un gran Jubileo. Nos estamos acercando ya a tal fecha que —aun respetando todas las correcciones debidas a la exactitud cronológica— nos hará recordar y renovar de manera particular la conciencia de la verdad-clave de la fe, expresada por San Juan al principio de su evangelio: «Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros»,1 y en otro pasaje: «Porque tanto amó Dios al mundo, que le dio su unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna”.
¿Y que quiso decir Juan Pablo II al afirmar que Jesucristo es el Redentor del hombre y, además el centro del cosmos y de la historia? Pues que el fin de la Historia no es ni la grandeza de la Corona, ni la unidad del partido, ni la fortaleza del sindicato, ni la expansión de la empresa… El fin de la Historia es que el hombre sea plenamente hombre, que vuelva a Dios, que sea santo. Y así de corto y así de claro, sin escribir una línea más, no sea que al alargarnos acabemos echándole agua al vino.