“El cielo es real”, en la pantalla
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José María Caparrós. Con este título se ha estrenado una película ejemplar, que ha sido un tanto silenciada por la prensa. Se trata de la nueva realización de Randall Wallace -el reconocido guionista de Braveheart y director de Cuando éramos soldados-, que nos ha sorprendido con otro film “comprometido”, El cielo es real (2014).
Basado en un best-seller norteamericano, Heaven is for Real, de Todd Burpo y Lynn Vincent, publicado ahora en España por Editorial Zenith (248 págs., 15 euros), es una película claramente confesional sobre la existencia del Más allá. Narra el testimonio del hijo de un pastor metodista, que cuando tenía cuatro años fue sometido a una operación de vida o muerte. Meses después, ya totalmente recuperado, el niño empezó a hablar con toda naturalidad de su experiencia en el Cielo.
El film cuenta una historia real. Y muestra la vida cotidiana, llena de fe, de un matrimonio de la América profunda, cuyo cabeza de familia combina su trabajo como gerente de una cadena de tiendas, entrenador de lucha libre y bombero voluntario, con la dirección de una iglesia protestante en Crossroads Wesleyan de Imperial City (Nebraska). La película habla de la enfermedad y el dolor de los hijos jóvenes, de la necesidad de hacerse como niños para entrar en el reino de los cielos, del amor entre los esposos y de la solidaridad de una comunidad, que también confía en la fuerza de la oración.
El cielo es real -que no tuvo reseña alguna en La Vanguardia cuando se estrenó en Barcelona- es una película valiente y recomendable para todo tipo de público, creyente o no; pues expone sin tapujos la existencia de la vida eterna a través del testimonio de un niño que su alma vio su propia operación y estuvo algunos minutos en el Más allá. Su padre -quien fue el primer sorprendido- lo han relatado en un libro, escrito con la periodista Lynn Vincent sin intención de persuadir. Ahora el cine se ha atrevido a llevarlo a la pantalla.