Corazón desconocido de Cristo, ruega por nosotros
“Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice ‘dame de beber’...” (Jn 4,10). Aquella mujer samaritana que llegó a sacar agua del pozo recibió el don inmenso de conocer a Jesús mientras le ayudaba a saciar su sed
Corazón transfigurado de Cristo, ruega por nosotros
Aquel día, en el monte Tabor, Pedro, Santiago y Juan pudieron contemplar anticipadamente la gloria con la que un día también ellos habrían de ser transfigurados. Sólo le acompañaron a la cumbre de la montaña los mismos apóstoles que después habrían de acompañarle, desde el sueño, en la postración de la noche de Getsemaní.
Corazón obediente de Cristo, ruega por nosotros
Obedeciste a la voluntad y al querer del Padre hasta la muerte y una muerte de cruz. Obedecías siempre al Espíritu Santo, que internamente alentaba y ungía de divinidad cada uno de los momentos de tu existencia
Corazón eucarístico de Cristo, ruega por nosotros
¡Cuántos eternos anhelos, escondidos desde siempre en el corazón trinitario de Dios, se vieron colmados y satisfechos aquella tarde en el cenáculo de Jerusalén!
Corazón pobre de Jesús, ruega por nosotros
Lo diste todo. Hasta despojarte de tu condición divina y tomar la condición de siervo (cf. Flp 2,7). Te hiciste el más pobre de los hombres sólo porque así quería el Padre que se operase la redención. ¡Cuánta pobreza y cuánta nada en aquel seno virginal de María! ¡Qué corazones tan pobres los de aquellos apóstoles que iniciaron la Iglesia! ¡Cuánta pobreza y cuánto despojo en la Cruz! ¡Cuánta pobreza en las manos del sacerdote que te ofrece en la Eucaristía
Corazón sepultado de Cristo, ruega por nosotros
Si el grano de trigo cae en tierra y muere da mucho fruto (cf. Jn 12,24). ¡Cuánta fecundidad, cuánta vida albergó la tierra al acoger en su seno aquel cuerpo desclavado de la Cruz! Corazón sepultado, anonadado hasta el extremo de confundirse con la tierra y llegar al límite de la nada, sólo por enseñarme el amor del ocultamiento.
En medio de la persecución la fe crece y se fortalece y aumenta el número de fieles
JD Mez Madrid. En la India la comunidad católica sabe que "la persecución es parte de nuestra vocación cristiana y de la vida cristiana (...). La sangre derramada por la fe en Cristo siempre es semilla de nuevos cristianos; en Orissa (India) el número de nuevos cristianos está aumentando".
Corazón paciente de Jesús, ruega por nosotros
La paciencia es la confianza y la espera de los fuertes. Corazón paciente es el que sabe sufrir en paz. Sin protestar, sin pedir explicaciones, sin querer entender, sin desear que la prueba pase, sin aceptar ni amar nada que no sea la voluntad de Dios en ese momento. La verdadera paciencia –esa que no es mera resignación humana– nace de la fuerza de Dios, que habita en nosotros. No es voluntarismo. Ni siquiera es condescendencia, o altruismo
Corazón crucificado de Cristo, ruega por nosotros
Sólo en la Cruz contemplamos el amor verdadero en extremo. Allí se unen, en un solo corazón, el mayor amor y el mayor dolor. ¡Cómo sostuvo María aquel corazón de Cristo en la Cruz! En aquel regazo de Madre encontraba el Señor su descanso y consuelo. Ella sostuvo, al pie de la Cruz, la redención del hombre, con la misma entereza de Madre con que sostuvo en sus manos la carne infante del Hijo crucificado.
Corazón callado de Jesús, ruega por nosotros
Jesús, acusado ante el Sanedrín, sólo respondió con el silencio. Presentado ante Herodes, burlado y despreciado por su guardia, Jesús volvió a callar. Antes, había entrado triunfante en Jerusalén, y ante la aclamación exaltada de la muchedumbre también el Señor calló.