Rafael Berral. En un reciente viaje de trabajo a Moscú pude comprobar cómo el mercado de Izmailovo estaba colmado de merchandising de Putin. Desde las esperables matrioskas -que empezaban con él y acababan en Lenin- hasta actions mans del mandatario ruso montando osos a pecho descubierto, cual macho alfa en rodeo texano. Tal bisarrez me arrancó una reflexión: cómo en otros países, Reino Unido o la propia Rusia, se valen de sus líderes como estandartes propagandísticos y en España ni se nos pasa por la cabeza. Obviamente, no pienso en llevar a Rajoy al plástico-barbie.