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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

¿Ha ido, el norte de África, de dictador a dictador?

Miguel Massanet Bosch.    “Es corriente ver como las buenas intenciones, si no se llevan adelante con moderación, empujan a los hombres a inconvenientes resultados”, estas son las palabras que figuran en los Ensayos del conocido escritor francés M.E de Montaigne, respecto a quienes actúan, pudiera ser que con buenas intenciones, sin valorar que, en ocasiones, cuando se inicia una acción que intenta remediar una situación que encierra violación de derechos humanos, miseria u otros ataques a los derechos de las personas; los resultados que se pueden derivar de esta intromisión o apoyo, pueden resultar peores de aquellos que se pretende remediar. Y es que, la civilización occidental, es muy propicia a manifestarse de una forma “humanitaria”, sosteniendo unos principios presuntamente morales y éticos y defendiendo al pobre contra el rico mediante altisonantes y ampulosas declaraciones, cuando, vean ustedes la gran inmoralidad e hipocresía de estos llamados países civilizados, en realidad, lo que encubren aquellos gestos y manifestaciones, sólo son vulgares intereses económicos, estratégicos o políticos  En efecto, cuando se empezaron a detectar unos movimientos sospechosos en determinados países del norte de África , que estaban gobernados por dictadores o mandamases a los que se les venía achacando toda clase de corrupciones, abusos, crímenes y torturas relacionados con el sistema, parece ser que Europa se sintió obligada a intervenir.

Claro que existían importantes intereses económicos que las afectaban a ellas y a los que no estaban dispuestos a renunciar. En su momento ya denuncié lo poco creíble que resultaba que, en Túnez, la revolución de los Jazmines, se hubiera perpetrado a través de Internet, de forma espontánea y sin ningún soporte de tipo económico ni orientación política, que les sirviera para escoger el momento propicio, para presentar una estrategia común y para sincronizar a la perfección lo que, luego, se materializó en las grandes manifestaciones en contra del señor Ben Alí, al que pretendían derribar. Y es que, cualquiera que pretenda decir que fue casualidad la cadena de sucesivos golpes de estado en contra de los gobernantes de Túnez, Egipto, Yemen, Libia y, últimamente, Siria; con amagos de rebeliones similares en Argelia y Marruecos, es que no entiende lo complicado y extremadamente sinuoso trabajo de establecer, a nivel popular, el caldo de cultivo capaz de hacer que un pueblo se levante en contra de quienes lo gobiernan.
 
La complejidad de lo que ha sucedido en el norte de África, de sus incógnitas y consecuencias, quizá nos lleve a una consecuencia que parece obvia: en, prácticamente, todos los casos de levantamientos populares: los que han acabado por hacerse con el poder han sido las opciones teocráticas, representadas por los islamistas, que son quienes han logrado imponerse en todos los países en los que la revolución ha triunfado. Por supuesto que, salvo en el reciente caso de Egipto, en el que militares y musulmanes se han disputado el poder, con la victoria del populista musulmán, señor Mohamet Cursi, algo que parece zanjar la disputa; para los expertos puede entrañar un traspaso de poderes muy complicado, debido a que, la disolución del Parlamento, ha permitido a los militares realizar una serie de cambios legislativos que van a limitar el margen de acción del nuevo presidente; un tema que pude crear conflictos entre gobierno y ejército..
 
Si en Siria se está produciendo una guerra civil entre los partidarios del presidente, señor Bashar-Al-Assad (apoyado por Rusia y China) y los rebeldes, que reciben la ayuda de las naciones europeas, que no ven con buenos ojos el actual régimen; tampoco podemos pensar que, en Libia, se haya logrado una estabilidad política. El Consejo Nacional de Transición se aguanta con alfileres, pendiente de lo que las 140 tribus, en las que debemos recordar continúan viviendo antiguos cargos públicos de la administración de Gadafi., puedan decidir hacer en cualquier momento.
 
Sin pretender ser exhaustivos, citaremos al Yemen como uno de los estados más castigados por la revolución de “la Primavera árabe”. Lo que sucede es que, todo este tipo de algaradas, de enfrentamientos civiles, de intervenciones extranjeras y de ajustes de cuentas entre los distintos clanes de cada país, ha provocado un número desconocido, pero que sabemos importante de muertes, no sólo entre los luchadores sino también entre personas inocentes y niños que han sido víctimas de la barbarie de los bandos en liza. No excluyamos a los de la OTAN que decidieron intervenir en Libia contra el señor Gadafi y, con esta excusa, estuvieron bombardeando a mansalva, causando más víctimas entre civiles y niños que entre combatientes. Y ¿todo esto para qué? Pues, señores, para darles a los musulmanes, a los famosos Hermanos Musulmanes el mando sobre todas las naciones situadas al borde del mediterráneo, precisamente en la misma frontera de Europa, con España e Italia a la cabeza. De unas dictaduras laicas a unas dictaduras islamistas que, si se ponen de acuerdo, pueden causarnos importantes preocupaciones a las naciones del otro lado del Mediterráneo.
 
¿Qué se puede decir de su actual situación económica? Aparte de las pérdidas de las ganancias que les proporcionaba el turismo, especialmente en Túnez y Egipto, que han caído en picado; hay estudios que hablan de las consecuencias económicas de la vorágine Así  se calcula que en  el 2011 el PIB en Libia se contrajo en un 28%. Queda por ver si la recuperación va a tener lugar en este año 2012 o si la reconstrucción del país se va a llevar una gran parte del 22% que se calcula que pueden alcanzar. La revolución ha elevado a puestos elevados, a importante cargos a políticos que no están en condiciones de desempeñar un papel importante en esta soñada recuperación. Los ciudadanos que pensaron que, con el cambio de dictadura a democracia, van a conseguir un trabajo o que los precios van a disminuir o que los alquileres van a bajar; se van a encontrar con la sorpresa de que los que gobiernan actualmente, no van a poder conseguir satisfacerlos. Es muy probable que se vaya forjando, a causa de la decepción, un nuevo descontento que reactive, dentro de poco tiempo, aquellas protestas que consiguieron acabar con los dictadores del anterior régimen.
 
Es obvio que, en tiempos de recesión, cuando en Europa se está intentando capear un grave temporal financiero y económico, los inversores que ponen su mirada en los mercados africanos se sientan asustados ante la volatilidad, la insolvencia, el paro y la inseguridad jurídica. Se ha de tener en cuenta que todos aquellos países que tienen petróleo para vender y que, hasta ahora, han podido imponer sus condiciones y fijar, en posición de monopolio, el precio de sus barriles de crudo; es muy posible que, a causa de la crisis que está azotando a Europa y otros países,  los que les compraban el oro líquido, se retraigan en sus compras y deban reducir sus producciones con los efectos letales para sus respectivas economías.
 
Un dilema difícil que habría que pedirles nos aclararan aquellos países que fueron los primeros en apoyar la revolución en el norte de África, como fue el caso de Francia e Inglaterra, ( con la mirada fija en los pozos de petróleo libios); si, en realidad, ha valido la pena, vistos los resultados, teñir de sangre y de odio a unas naciones que, con su revolución, parece que no han conseguido otra cosa que empobrecerse y caer en manos de los islamistas, o sea de una dictadura a la otra. Por lo que a mí se refiere, señores, dudo mucho que haya hecho falta tanto ruido para tan pocas nueces. 

 

Etiquetas:Norte de Africa