¿Sin propósito de no delinquir, cabe el tercer grado penitenciario?
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Miguel Massanet Bosch.
No vamos a entrar en la compleja sentencia dada a conocer este lunes por el TS, por aquello de que “Doctores tiene la Santa Madre Iglesia que os sabrán responder” cuyo origen se encuentra en la Doctrina Cristiana, nombre del catecismo del padre Astete (1537-1601) y es evidente que, una sentencia de casi 500 folios, puede tener mucho que analizar, poco que rectificar (dada la solvencia de los magistrados del TS que la han redactado) y el grave peligro de tener la intención, muy peligrosa, de intentar meter cuñas de propia cosecha en un documento que, a juicio de juristas y expertos en la materia se ha elaborado con suma prudencia, exquisito respeto por la Ley y con la pretensión de que resista inconmovible cualquier recurso que pudiera hacerse, por la defensa de los condenados, ante el TC y el tribunal Europeo de Defensa de los Derechos Humanos.
Soy de los que opina que la sentencia que se ha dictado quizá pudiera haber sido más dura, menos pusilánime, si se me permite la expresión, y más de acuerdo a lo que fueron, en realidad, aquellos acontecimientos en los que, por lo manifestado por los políticos que los dirigieron y por su clara intención de buscar como objetivo primordial el separar a Cataluña de España, usando para ello a una ciudadanía, la catalana, a la que se la tomó el pelo haciendo creer la simpleza de que, con un referendo ilegal dirigido desde la Generalitat, ya debería haber bastado para que la depuración que era preciso hacer en las instituciones catalanas hubiera sido más radical, más precisa y, por supuesto, más integral; de modo que la remodelación hubiera sido suficiente para que España quedara libre de la amenaza separatista o, al menos, con la tranquilidad de que desde Cataluña no se volverían a reproducir desafíos como los que sus políticos no han parado de llevar a cabo en contra de España y de su Constitución. La aplicación del Artº 155 de la Constitución debió de haber sido suficiente para que, los separatistas y nacionalistas catalanes, desistieran de su vano intento. No fue así y se puede decir, sin temor a equivocarnos, que la rápida retirada del 155, tomada por el gobierno de Rajoy presionado por el resto de partidos y el convocar elecciones autonómicas para un plazo de dos meses, se puede considerar como uno de los mayores errores de la política y los gobernantes españoles en relación con el problema autonómico, motivado por los separatismos catalán y vasco.
En cualquier caso nos gustaría hablar, no precisamente de las penas que se les han impuesto a los distintos encausados por el TS que, sin llegar a las que hubieran sido mucho más duras si el delito que se les hubiera aplicado a los actores responsables de los hechos del 1.O en Cataluña, hubieran sido condenados por el delito de rebelión en lugar de serlo por el de secesión; que se pueden considerar suficientes, de las consecuencias de que estas condenas vayan a ser cumplidas por los políticos delincuentes en cárceles de la comunidad catalana donde, de todos es conocida, la forma especial, distinta a la del resto de reclusos y evidentemente saltándose las normas, en cuanto a los derechos de los presos ingresados en ella; durante el tiempo, casi dos años, en el que los inculpados han permanecido en calidad de prisión preventiva.
Hay algo que nos llama poderosamente la atención. Según se deduce de la mentada sentencia los condenados van a poder cumplir sus respectivas condenas en penitenciarías sitas en territorio catalán, en cuyas instituciones penitenciarias van a tener ocasión de presentar sus peticiones, al menos algunos, por haber cumplido ya la parte de su sentencia para tener opción a los beneficios del “tercer grado”, siempre que la Junta de Tratamiento correspondiente, que lleve su seguimiento y el Juez que deba autorizar el tercer grado, lo estimen conveniente. ¿Acaso no nos fiamos de que en Cataluña, los condenados, se encuentren en “territorio amigo” y tengan más facilidades para conseguir la libertad provisional e incluso evitar las ocho horas que deberían permanecer obligatoriamente en la cárcel, si se prestan a ser controlado por medio del sistema telemático actualmente existente? Evidentemente que no dados los antecedentes del exquisito trato del que se han beneficiado los políticos condenados durante los meses que han estado internados en penitenciarías catalanas.
Sin embargo algunos todavía nos acordamos de aquel breve momento en el que el señor Junqueras se dirigió, en sede parlamentaria, al señor Pedro Sánchez para decirle, en voz baja “Tenemos que hablar”, a lo que nuestro presidente en funciones rápidamente le contestó “No te preocupes”. Unas breves palabras pero lo suficientemente explícitas como para dejar claro que el señor Sánchez tenía un plan. El cambio que ha experimentado en los últimos meses el panorama político en España, el viraje espectacular que el PSOE, a través de su secretario general, le ha imprimido a la política del partido; el abandono en el que ha dejado a sus antiguos socios “preferentes”, los de Podemos, de pronto convertidos en sus enemigos o el cambio del tratamiento que les dispensaba a los separatistas, cuando pensaba que iba a necesitar su colaboración para su investidura, ahora transformado en alejamiento y dureza, podrían hacer pensar que iba abandonar a sus suerte al señor Junqueras y sus acólitos, condenados (no se podía esperar otro resultado) por los trascendentales acontecimientos que tuvieron lugar en la comunidad catalana durante la presidencia del señor Puigdemont en la Generalitat.
La jugada de Sánchez no se basaba tanto en el indulto (no lo ha negado pero ha hablado de cumplimiento íntegro de la sentencia) de los condenados, algo difícil de justificar después de un juicio tan meticuloso en el que han quedado perfectamente probadas las causas de que todos los imputados fueran condenados por los hechos que se les imputaron pese a que el presidente en funciones en ninguna de las ocasiones en las que fue preguntado sobre los posible indultos a los políticos catalanes, en ninguna de las ocasiones lo ha negado . Seguramente se ha valido de la oportunidad que le ha proporcionado el TS al negarse a concederles, ninguna de las veces en que se le ha solicitado por los separatistas encarcelados, la posibilidad de salir de la prisión debido al riesgo de fugas que, desde la huida del señor Puigdemont ha sido una constante en cuanto a la concesión de permisos a dicho tipo de presuntos delincuentes soberanistas.
Cuando ya ha trascurrido una parte importante de su ingreso en las penitenciarías del Estado, estos señores están próximos a tener l tiempo de internamiento necesario para solicitar el “tercer grado”, al que seguramente fácilmente podrían acceder por las circunstancias de buen comportamiento, de no estar obligados a resarcimiento civil por daños causados etc. algo que correspondería a la Junta de Tratamiento de la penitenciaría correspondiente. Pero a nuestro juicio debiera de existir un punto muy importante que debería impedir que a estos señores se les concediera con tanta facilidad el tercer grado y se les permitiese regresar con sus familias. Lo que se busca de todo delincuente es su regeneración, su redención, salvar a una persona de sus instintos del mal regresarlo transformado y rehabilitado a la sociedad, para reintegrarlo a ella. Evidentemente que no podrían actuar en política por haber sido condenados a la inhabilitación para ostentar cargos públicos. Pero en el caso del señor Juncadella y sus compañeros de prisión no parece que exista el menor arrepentimiento; todos ellos han dicho y repetido mil veces que volverán a intentarlo en cuanto tengan ocasión. ¿Cómo una Junta de Tratamiento o un Juez de vigilancia penitenciaria pueden darle un tercer grado a unos delincuentes que amenazan con repetir los delitos por los que han sido condenados? ¿Qué arrepentimiento existe en estos casos o qué garantía se tiene de que no volverán a delinquir, si ellos mismos han dicho que volverán a hacerlo? Todos sabemos que no es necesario figurar en la primera fila de la política para poder seguir “mangoneando” en los temas políticos. Veamos la inhabilitación del señor Artur Mas que, no obstante haber quedado inhabilitado, ha seguido manejando sus hilos, sus influencias y sus consejos, aunque no haya podido aspirar a cargo político alguno.
Habrá que ver si, como parece indicar la sentencia, estos señores cumplen la condena que se les ha impuesto o, vean ustedes por qué especial razón, hallan los medios para que todo se convierta en un inmenso fraude a la Justicia y acabamos encontrándoles, a los pocos meses, circulando por las calles como cualquier otra persona decente sólo que, en este caso, por ser quienes son han recibido el pago a su fidelidad a las políticas del señor Sánchez y a su apoyo incondicional a la moción de censura contra el señor Mariano Rajoy. Ya queda poco para el día de las elecciones y el señor Sánchez no las tiene todas consigo debido al estancamiento que parece que existe en cuanto a sus perspectivas de obtener un resultado favorable, como parecía que iba a suceder hace apenas un mes. Todo es posible, como también lo es que, unos posibles condenados al ostracismo político, como parecía que eran los seguidores del señor Abascal, parezca que han resurgido de sus cenizas y con su discurso claro, diáfano, sin concesiones a la demagogia y seguros de que tienen a unos votantes que se han convertido en fieles seguidores a su partido, es muy posible que consigan unos resultados que ponga nerviosos a los seguidores de un señor Rivera que parece que está pasando por unos momentos que desmienten todos aquellos otros en los que su egolatría le hacía pensar en desbancar de su segundo lugar en las encuestas al PP del señor Casado. Es difícil, en política acertar si como ha venido haciendo el señor Albert Ribera, se dedica a picar de flor en flor, intentando sacar de cada una de ellas todo el néctar sin dar nada a cambio. Hasta sus seguidores más fieles se han dado cuenta de que no se puede hacer política pretendiendo pasarse de listo.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, mucho no tememos que a unos señores que, por activa o por pasiva, vienen anunciando que seguirán intentando separar a Cataluña de España por medios ilícitos, se les pueda conceder un beneficio penitenciario, sabiendo que, a la primera ocasión que se les presente, volverían a hacer aquello por lo que han sido juzgados y condenados.