Lluis Esquena Romaguera. A pesar de los enredos políticos de unos y otros y de las campañas desestabilizadoras, parece que el Gobierno tiene muy claro el rumbo de su reforma de la Ley del Aborto. Por supuesto, ni se plantea su retirada y las posibles modificaciones, en función de los planteamientos de los órganos consultivos y de los deseos del propio Ejecutivo de ampliar la base del consenso político, no afectarán al núcleo de la regulación.
La reforma que estaba previsto llegase al Congreso en junio y su tramitación parlamentaria se desarrollaría a partir de septiembre. Será siempre en defensa de la vida y conforme a la doctrina constitucional. Los titubeos y los retrasos hacen dudar de la realidad de esta firmeza que en principio se suponía.