“Corrientes culturales y de pensamiento nos dicen que hay vidas que no valen”
En una Eucaristía concelebrada con monseñor Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares y monseñor Joaquín López de Andujar, obispo de Getafe y en la que han participado más de 50 sacerdotes, el cardenal Rouco ha manifestado su alegría por poder celebrar una misa en el Madrid Arena, “lugar que en los últimos tiempos ha acogido tantos eventos dedicados sobre todo a los jóvenes”.
“Me alegro además de poder saludar a los obispos de Getafe y Alcalá y al presidente de la Conferencia Epìsciopal del Congo que aquí está con nosotros”, ha continuado el cardenal, que ha valorado el esfuerzo de las familias con niños que, a pesar del cambio de hora y de las inclemencias del tiempo se han desplazado hasta el recinto de DALAVIDA. “Nos ha obligado a hacer cierto ejercicio de superación de nosotros mismos. Una especie de penitencia no buscada que el Señor nos ha ofrecido para vivir más a fondo este tiempo de Cuaresma”.
Las lecturas del Cuarto domingo de Cuaresma han propiciado una reflexión de don Antonio María centrada en las ideas esenciales de la Pascua. “Sobre todo vista desde lo que es el hombre y lo que necesita el hombre personalmente, diríamos que es la fiesta de la vida que triunfa sobre la muerte física y sobre la muerte del alma”.
El Señor resucitado, ha explicado, “aparece como una luz que ilumina el panorama hasta entonces oscuro del hombre, que no sabía cómo iba a hacer o qué iba a hacer con su vida. Porque el horizonte más inmediato de la vida del hombre es la muerte, que es oscura y tenebrosa. Pero vista desde el misterio de la Luz pascual es la puerta para la Luz y la Vida”. Tras referirse al beato Juan Pablo II como creador de esa “bella” expresión del Evangelio de la Vida, el arzobispo de Madrid se ha preguntado por qué la vida está hoy amenazada. “Porque
el hombre no ha querido conocer la verdad de Dios y por lo tanto su propia verdad”.
“¿Cómo el hombre se enfrenta a las grandes cuestiones de su existencia de forma muy primordial y básica? ¿Sólo con el corazón? ¿Sólo con la inteligencia? No es posible. No se puede separar el corazón de la inteligenca”. Ese diálogo de fe y razón se ha interrumpido, a jucio del cardenal, porque el príncipe de las tinieblas ha engañado al corazón humano al hacerle creer que el hombre podía ser su propio Dios, el que todo lo sabe y el que prescinde
del Señor.
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