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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

“DIÁLO-BLOG” DE SORDOS

Max Silva Abbott. Los blogs están de moda. Y no es para menos, si se toma en cuenta que nace un blog cada segundo. Esto significa que gracias a su facilidad para ser creados y utilizados, en la “blogósfera” existen actualmente unos 15 millones de estos diarios virtuales, lo cual equivale a ellos que se han duplicado en cinco meses.

 Los blogs tienen la ventaja de permitir a cualquiera expresar lo que quiera, y muy bien podrían convertirse en los paladines del derecho a emitir opinión sin censura previa y del derecho a la información. A fin de cuentas, cada uno es su propio editor, y asumirá, eventualmente, las responsabilidades por lo que diga. Además, al permitir la comunicación con cualquiera que acceda al blog, el intercambio de información puede resultar francamente asombroso.

 En todo caso, podría decirse a este respecto que “muchos son los llamados y pocos los escogidos”, en el sentido de que es muy fácil dar nacimiento a un blog, pero no tanto mantenerlo con vida, puesto que ello exige nutrirlo cada cierto tiempo de contenido y eventualmente, responder a los comentarios suscitados en sus lectores. Esto hace que la existencia actualizada de muchos de estos diarios virtuales sea bastante efímera.

 Como se ha dicho, las posibilidades de comunicación y expresión son francamente alucinantes. Sin embargo, no deja de producir cierta inquietud esta multiplicación exponencial y casi ilimitada de fuentes de “datos”, puesto que no todos merecen el calificativo de “información”. Y la razón radica en que ante la superabundancia de datos, corramos el peligro de extraviarnos, de perdernos en este colosal ciberespacio: a la postre, el exceso de datos podría confundirnos y ocasionar, paradojalmente, el mismo efecto que si no tuviésemos información alguna. Es algo así como un sistema de amplificación. Si lo tienen algunos, sirve, evidentemente, para transmitir mensajes y ciertamente puede otorgar grandes ventajas a sus usuarios, que pueden ser bien o mal utilizadas; mas, si al mismo tiempo todos o casi todos tienen estos mecanismos de amplificación, no puede menos que producirse un tumulto incomprensible de mensajes, un ruido ensordecedor que confundirá a todo el mundo.

 En realidad, la tecnología podrá avanzar todo lo que se quiera, pero el problema radica en nosotros, esto es, en nuestra capacidad para asimilar y procesar los datos. En efecto, aquí podría darse algo similar a la famosa –y superada– ley de Malthus, según la cual la población crece de modo geométrico, mientras que la producción de modo matemático (esto último no es cierto, gracias a la tecnología), pero no referida a la población y los medios de producción, sino a las posibilidades tecnológicas y a las de adaptación del ser humano: la tecnología puede crecer de modo geométrico, mas no nuestro aprendizaje, no nuestras capacidades de comprensión, porque tenemos un diseño que pese a su adaptabilidad, limita nuestras posibilidades. Piénsese, por ejemplo, en lo que ocurre hoy con los e-mails: aun cuando la información fluye de manera casi instantánea, esta velocidad vertiginosa se frena desde el momento en que debe haber “alguien” que lea, comprenda y eventualmente, conteste estos e-mails. Y lo mismo ocurre con los blogs, que en caso de proliferar demasiado, podrían originar un auténtico “diálo-blog” de sordos.

 

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