Ante la victoria de Sebastian Kurz en Austria
José Luis Orella. El domingo 29 de septiembre, los austriacos dieron su respaldo a los democristianos de ÖVP, el partido del ex canciller Sebastián Kurz, quien obtuvo un 38,4%, un aumento de 6,9 puntos. Los socialdemócratas del SPÖ registraron un gran descenso, obteniendo un 21.5%, y perdiendo un -5.3 puntos. Los ecologistas se han beneficiado del descenso socialista con un 12.4%, una subida del +8.6 puntos. La escisión verde de JETZT ha quedado fuera del parlamento y los liberales NEOS han subido 2.1 puntos al 7.4%. En cuanto al FPÖ sufrió un fuerte descenso de 8,7 puntos, hasta quedar en el 17,3%. Su actual presidente, Norbert Hofer, último candidato presidencial, que estuvo a punto de conseguir la máxima magistratura del país, especialmente por su voluntariado en servicios sociales y su lucha a favor de los impedidos. Hofer quedó maltrecho por un accidente de automóvil. El actual presidente tuvo que hacerse cargo de la dirección de su partido al tener que dimitir su líder, Heinz-Christian Strache, Vicecanciller del gobierno, a cuenta del escándalo del video de Ibiza, una trama no aclarada realizada con actores, donde el político quedó comprometido en recibir pagos a cambio de favores políticos. El escándalo, que nunca fue aclarado quien lo realizó, obligó a la salida de los ministros del FPÖ del gobierno y la convocatoria de elecciones.
En las elecciones anteriores de octubre de 2017, Sebastian Kurz asumió parte del programa antiinmigración y seguridad de FPÖ. Su partido, el ÖVP, quien siempre fue en coalición con el SPÖ, se mostró favorable a potenciar la línea del húngaro Viktor Orban dentro del PPE. Hasta aquel momento, el FPÖ estaba en claro ascenso y parecía que haría un sorpasso al ÖVP, sin embargo, la llegada del joven Kurz, cuya amiga es amiga de la mujer de Strache, favorecieron un gobierno de coalición en línea Visegrado. La trampa de Ibiza provocó un terremoto en el FPÖ que ha llevado a su cambio de liderazgo, y a un fuerte descenso, a causa del refugio en la abstención y en el voto útil a Kurz, quien ha demostrado ser un verdadero Maquiavelo del Danubio.