Azerbaiyán, un país en los límites de Europa
José Luis Orella. Azerbaiyán es una de las repúblicas recientemente independizadas de la URSS en 1991. poblada por azeríes en más de un 80 %, y que presenta características propias, como ser un pueblo turcomano y musulmán (en un 70 % de línea chiíta, el resto sunita), lo que ayuda a potenciar las diferencias con respecto a Rusia. En el vecino Irán, las provincias del noroeste están pobladas mayoritariamente por azeríes, fuertemente controladas por los iraníes (indoeuropeos) para prevenir posibles casos de secesión.
Sin embargo, a lo largo de la historia, desde el siglo IX hasta mediados del XVI, estuvo bajo la influencia persa, lo que provocó el pase a la obediencia chiíta de la población islámica. No obstante, en el XIX, el expansionismo ruso se adueño de la zona y puso sus límites con la lejana Persia, actual Irán. Durante el dominio ruso, fueron llegando también otros pobladores de regiones vecinas, para trabajar en la extracción de petróleo. La industria petrolífera se encontraba en manos de capitales extranjeros que como los Nobel, desarrollaron su fortuna en aquel lejano rincón, y convirtieron Bakú en el Dallas de Rusia. Tras la caída del Imperio por la revolución rusa, pasó a formar con el resto del Cáucaso sur la república de Transcaucasia, que pasó a disolverse y conformar el primer Azerbaiyán independiente. Pero en 1920, los bolcheviques victoriosos sobre los rusos blancos se anexionaron el país. La importancia del país estaba clara por su importante producción de petróleo. Durante la Segunda Guerra Mundial, la ofensiva alemana de 1943, que puso la mitad del Cáucaso en manos de von Manstein, tenía como objetivo adueñarse de los pozos petrolíferos de Bakú.
Con la caída del comunismo, Azerbaiyán se proclamó independiente por segunda vez en 1991. La importancia de su petróleo le ha hecho ser un país querido por su vecino turco, al que le une los estrechos lazos culturales y religiosos, y a través de él, con Estados Unidos. No obstante, la inestabilidad política ha sido muy fuerte, contando con un de golpe de estado en 1993, y un intento dos años más tarde. En la actualidad, el presidente Aliyev, es el hijo de su antecesor, quien formó parte de la clase dirigente en la época soviética, y protagoniza el proceso de modernización y desarrollo del país. Pero el gran hecho desestabilizador que ha impedido el reforzamiento de las frágiles instituciones azeríes ha sido la guerra del Nagorno Karabaj, iniciada en 1991, y finalizada en 1994. Esta región de montaña, situada en la parte central del país, pero poblada en un 85 % por armenios, que pronto crearon una milicia territorial para proclamar su autonomía de Azerbaiyán y pedir su integración en la recién nacida república de Armenia. La guerra posterior contrajo la pérdida para los azeríes del 17 % del territorio nacional, al anexionarse los armenios los territorios contiguos para unirse a la región secesionista. El conflicto causó 25.000 muertos. Azerbaiyán pudo contar gracias a los ingresos del petróleo con armamento turco e israelí, y voluntarios chechenos y turcos. Por su parte, los armenios tuvieron el apoyo de Rusia. Desde el 2000, Armenia y Azerbaiyán se encuentran en negociaciones para poder solucionar sus disputas fronterizas. Entretanto, Nagorno Karabaj es un enclave no reconocido por Azerbaiján, que mantiene su unión en la práctica con Armenia.
Por el lado azerí, su riqueza petrolífera y acercamiento a occidente, a través de los cantos de sirena turcos, produjo como resultado la construcción del oleoducto que pasando por Georgia, también rebelde a Rusia, llegaba por mar a Turquía, obviando el control ruso del suministro energético a Europa. Sin embargo, es un tema congelado que reaparece como hace unos días cuando se rompió el fuego en el frente. Armenia se encuentra aislada de los circuitos comerciales de sus vecinos, y sobrevive gracias a su inclusión en los organismos internacionales defensivos y comerciales de Rusia, como su entrada reciente en la Unión Económica Eurasiática. Por su parte. Azerbaiyán ha visto frenarse su gran desarrollo económico por la caída del precio del crudo, pero goza de buena relación con Turquía, y también con Kazajstán, con quien a través del Caspio, refuerza una relación que la une a la vía central de la Ruta de la Seda, que promociona China, en su fortalecimiento de las relaciones comerciales terrestres con Europa.
A su vez, los azeríes nunca han roto sus relaciones con Rusia, con la cual han mejorado relaciones, esencialmente en el plano económico. El sistema de oleoductos rusos es una opción más de exportación a Europa, y el ejército azerí un cliente interesado en los productos armamentísticos rusos. El 80 % de su armamento procede de su antigua metrópoli.