Redacción Madrid. 1 de enero de 2009.
El Santo Padre Benedicto XVI ha celebrado esta tarde las solemnes Vísperas de la Fiesta de la Maternidad Divina de María y, con el rezo del Te Deum, ha dado gracias a Dios por todos sus dones concedidos a la humanidad en el año 2008, informa Cope.es.
“El año que termina es un año que se anuncia en el horizonte de la mirada y la bendición de la Madre de Dios. Ella lleva su maternal presencia, tal y como podemos ver en la artística escultural policromada aquí colocada, junto al altar, que se nos muestra en un trono con el Niño bendiciendo. Celebramos las Primeras Vísperas de esta Solemnidad Mariana, y numerosas son las referencias litúrgicas al misterio de la Divina Maternidad de la Virgen”.
En su homilía ha comentado así las diversas referencias al misterio que celebra la Iglesia en los salmos, himnos y lecturas de la primera parte de las Vísperas: “¡O Admirable Intercambio! Así inicia la antífona del primer salmo que luego continua: El Creador ha tomado un alma y un cuerpo, ha nacido de una Virgen. Cuando en modo único ha tomado ha nacido de la Virgen, se han cumplido las escrituras, proclama la antífono del segundo salmo, al que hacen eco las palabras de la antífona introductoria del Cántico de la Carta de San Pablo a los Efesios: Íntegra es tu virginidad, Madre de Dios, todos nosotros te adoramos, ruega por nosotros. La Divina Maternidad de María viene subrayada también en la lectura breve recién proclamada, que responde a los versos de la Carta a los Gálatas: Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibamos el ser hijos por adopción. Y aún más, en el tradicional Te Deum, que elevaremos al término de nuestra adoración, cantemos: Tu, Oh Cristo , naciste de la Virgen María para la salvación del hombre. Todo entonces, esta tarde, nos invita a volver la mirada sobre Aquella que acoge en su cuerpo al Verbo de Dios y trae su vida al mundo, y precisamente por esto, recuerda el Concilio Vaticano II, viene reconocida y venerada la Santísima Virgen María como verdadera Madre de Dios”.
Después el Santo Padre ha explicado que los dos misterios que celebramos el día de Navidad y el día primero del Año son en el fondo el mismo misterio: porque el niño que ha nacido es el Hijo Dios, por eso, María Santísima, su madre, es Madre de Dios. Ha invitado a todos los fieles a confiarse plenamente a ella, para ofrecer a Cristo su Hijo el año que termina, y para pedirle su bendición por el nuevo año.
Tras explicar la historia desde la antiquísima veneración a María bajo el título de Madre de Dios, hasta el establecimiento, el siglo pasado, con Pablo VI, de la fiesta que lleva su nombre unida a la Jornada Mundial de la Paz, Benedicto XVI, ha saludado especialmente a todos los presentes vinculados a la ciudad de Roma: a su obispo Vicario para la Diócesis Romana, al Alcalde, y a todos los agentes de pastoral de la diócesis, especialmente a los padres empeñados en la educación de sus hijos.
El Papa ha defendido una pastoral que sepa buscar las sinergias entre familia, escuela y parroquia, y ha dicho que si en el día de la Navidad puso su mirada sobre todo en los niños, ahora quiso hacerlo en los jóvenes, a quienes invitó a no desfallecer en su compromiso de ir contracorriente, y a ser testigos del Evangelio que responde a la búsqueda de sentido de la existencia de todos los jóvenes del mundo.