CARTUJA: Lugar de servicio a la Iglesia y al mundo
Daniel Ponce Alegre. Ex Miembro de la Curia Valentina. El pasado día 6 de Octubre, lunes, fue el día de San Bruno, Fundador de la Orden Monástico - Eremítica de la Cartuja pero tuve que dedicar el lunes y el martes mis artículos y análisis a la toma de posesión, dos días antes, sábado, del Arzobispo de Valencia, el Cardenal D. Antonio Cañizares.
Hoy quiero dedicar todo el artículo a este Santo y a la Orden que Fundó, pues se lo merecen por el Servicio que han prestado a la Iglesia durante casi un milenio, y siguen prestando, por que en Valencia está una de las dos Cartujas masculinas que quedan en España, la Cartuja de Portacoeli, y también, tengo que reconocerlo, por mi vocación y cariño especial a la vida monástica cristiana, " Vita Monachalis ", dentro de la vida religiosa consagrada en la Iglesia.
Bruno, nacido hacia el año 1030 en Colonia, Alemania, se trasladó aún joven a Reims, Francia para completar sus estudios en ciencias eclesiásticas y seglares. Fue Canónigo en la Catedral de Reims, ciudad donde Manasés, pariente del Rey de Francia, había conseguido la Sede Arzobispal simoníacamente. Estimulado por el Papa Gregorio VII y apoyado por el Legado de éste en Francia no dudó en enfrentarse a Manasés, durante años, aún a costa de su propia vida, así eran esos tiempos y lo son hoy. En 1080 el Papa destituyó al indigno Arzobispo y tres años después le nombró un sucesor. Se pensó en Bruno como el idóneo pero él en sus años de lucha había echo Voto de abrazar la vida monástica. Así que en el momento de disfrutar de la mieles de la victoria, Bruno huye de los honores y se encamina al desierto espiritual. Entonces, como hoy, no faltaron quienes interpretaban esa partida como una huida, una deserción de las responsabilidades.
Comienza Bruno por hacer ensayos de vida monástica, en la célebre Abadía de Molesmes que estaba gobernada por el futuro Fundador del Císter, San Roberto pero no satisfecho con este ensayo o prueba partió en busca de mayor soledad. Se dirigió con unos compañeros al Obispo de Grenoble solicitando algún lugar idóneo en la diócesis para llevar vida eremítica, año 1084. Fueron encaminados al lugar desierto llamado, Chartreuse, en las montañas del Delfinado y comenzaron a construir un monasterio humilde y rústico idóneo para los ejercicios propios de la vida contemplativa, oración y penitencia por los pecados del mundo. En el año 1090, el Papa Urbano II lo llama a Roma como asesor para la Reforma Gregoriana, de la que un día hablaré exclusivamente, y él obediente al Vicario de Cristo abandonó su ideal de vida cristiana. Bruno no pudo adaptarse a la corte pontificia y el Papa no quiso contrariar a su antiguo maestro en la Catedral de Reims y le dejó volver a abrazar su ideal de vida cristiana pero sin dejar la Península de Italia, año 1091, por lo que se estableció en el sur de Italia, en Calabria, dando origen a la segunda casa de la Orden, y en la que Bruno estuvo hasta el día de su muerte, el 6 de Octubre de 1101 y allí se conservan sus restos mortales. San Bruno fue Canonizado de viva voz por el Papa León X el 19 de Julio de 1514.
Tras estas notas históricas y biográficas, para poder ver y gustar la espiritualidad de San Bruno, haré referencia a algunos de sus escritos y a los Estatutos de la Orden Cartujana.
En una carta a Raúl le Verd, amigo y Canónigo de la Catedral de Reims, dice Bruno:
"Querido amigo y hermano, cuánta utilidad y gozo divino traen consigo la soledad y el silencio del desierto a quien los ame, sólo lo conocen quienes lo han experimentado... Aquí se adquiere aquel ojo limpio cuya serena mirada nos llena de Amor hacia el Esposo, hacia nuestro Señor Jesucristo, y cuya limpieza y puridad permite ver a Dios. Aquí se vive un ocio activo, se reposa en una sosegada actividad y concede Dios a sus atletas, por el esfuerzo del combate, la ansiada recompensa: la Corona de la Vida, la Paz que el mundo ignora y el Gozo del Espíritu Santo ".
Los Estatutos Cartujanos, 3.1 dicen: " Puesto que los monjes del Claustro siguen el camino de los antiguos monjes de oriente, conviene que vivan como ellos en yermos suficientemente alejados de toda vida humana ".
3. 4 dice: " El empeño propósito nuestros son principalmente ocupar el silencio y soledad de la celda. Ésta es, pues, la tierra santa y el lugar donde el Señor y su siervo conversan a menudo como entre amigos; donde el alma fiel se une frecuentemente a la Palabra de Dios y la Esposa vive en compañía del Esposo; donde se unen lo terreno y lo celestial, lo humano y lo divino para gloria de Dios y salvación de los hombres ".
Como conclusión, y en reconocimiento a la vida de San Bruno y de tantos hombres y mujeres santos que siguen a Cristo en su ejemplo recordemos que:
" Dedicarse al trabajo es cosa grande; orar a Dios es cosa superior;mas orar y trabajar es cosa sublime. Y, si a esto se une el silencio, compañero inseparable y fecundo alentador de la celestial contemplación, tenemos el broche de oro de la perfección, el estado de Vigilia recomendado por nuestro Señor y que nos mantiene alerta hasta su Vuelta con Poder y Gloria procedentes del Padre ".
Recordad y meditad en estas palabras los que sintáis esta llamada, aunque todos debemos ser vigilantes y esperar en breve la Vuelta de Cristo. Ven, Señor Jesús!.