Javier Garcia Isac. El hartazgo en el que se está convirtiendo la “cuestión catalana” supera todos los límites imaginables, todas las fronteras. El cansancio al que se nos tiene sometidos es inhumano.
Toda una Nación lleva meses paralizada por una banda de corruptos, de embusteros, que inventaron una historia con la única finalidad de vivir del engaño y la manipulación.
Llevamos mucho tiempo mirando hacia otro lado, no dando importancia a una cuestión vital que puede poner en juego hasta la propia supervivencia de una Nación tal y como la conocemos hasta el momento.
Todos los españoles estamos en la obligación de plantar cara al desafío separatista. Es una tarea de todos.
He comentado en distintas ocasiones que la culpabilidad puede ser por acción o por omisión y, es responsabilidad nuestra, el defender nuestro país, el defender lo nuestro y anteponer los intereses de España a cualquier otra cuestión.
Se juega con un sentimiento; con la única finalidad de enfrentarnos los unos a los otros.
La identidad de España está en peligro. Es hora de reconocer lo que está sucediendo. Es hora de la verdad. Lo políticamente correcto solo sirve como cortina de humo, como entretenimiento, como velo ante la corrupción. Lo políticamente correcto lo marca la izquierda, y lo pone en práctica la derecha.
España está perdiendo soberanía. Por un lado, con unas Comunidades Autónomas desleales y en la mayoría de los casos, con gobiernos corruptos. Por otro, con una Unión Europea que entre otras atrocidades, consiente el anacronismo de Gibraltar y no toma medidas ante la islamización a la que nos estamos viendo sometidos.
Se está siendo extremadamente comprensivo con el de fuera y olvidando el sufrimiento de los de casa, de los nuestros.
Se ataca de forma desmesurada a unas asociaciones, a unos grupos políticos, a unas fundaciones, que tienen como prioridad ayudar al de casa ante la inacción del que debe cumplir con la obligación de hacerlo. Ayuntamientos, administraciones locales y Comunidades, no apoyan lo suficiente a los más necesitados de origen español. Hacen discriminación positiva anteponiendo al extranjero, antes que a sus compatriotas. Lo peor de todo, es que encima, no dejan cumplir a quien lo desea, con el deseo de ayudar a los nuestros.
Se tacha de racistas a todos aquellos que tienen como prioridad ayudar a los españoles. ¡Manda huevos!, que diría Trillo…
No solo miran a otro lado ante el peligro real del separatismo y la secesión, sino que además, se impide la labor humanitaria de grupos que solo desean paliar el hambre y la pobreza que sufren muchos españoles.
Desde aquí, desde estas palabras, desde estas líneas, mi más sincera admiración y respeto a todos aquellos que de una manera desinteresada y altruista, luchan día a día por ayudar a su compatriota.
Iniciativas como los hogares sociales puestos en marcha en determinadas ciudades españolas, o como el de Tetuán, con continuos ataques y amenazas por parte de la izquierda, solo nos puede y debe producir un profundo sentimiento de solidaridad. Una vez más, es obligación de todos mantener esta imparable llama encendida, esta corriente de solidaridad y ayuda, a los españoles más necesitados frente a aquellos que haciendo dejadez de funciones, hace ya demasiado tiempo se olvidaron de los suyos.