Si usted es de los que piensan que la educación docene debe de cambiar, usted debe conocer EDUCAR NO ES DOMESTICAR,otra de las apuestas de la editorial Sekotia, publicada en su colección de Opinión y Ensayo.

Un libro dirigido fundamentalmente a la colonia de la enseñanza, sobre todo a aquellos que desarrollan la labor docente. El autor, José Fernando Calderero, lleva toda su vida en el mundo escolar en todas las diferentes facetas posibles que puedan darse. La obra avisa, sin pelos en la lengua, el peligro con que se enseña en los colegios "adoctrinando" a los alumnos. Sin duda será el libro que levantará ampollas en las instituciones tanto "demasiado" eclesiásticas como en su contrario: los que pretenden adoctrinar contra los "adoctrinamientos". Pero si duda, también es válido para aquellos lugares donde los nacionalismos pretenden hacer mella en nuevas generaciones para dar un sentido diferente a la vida, a la historia o al concepto de la persona.

En todo momento procura distinguir lo educativo y la enseñanza como dos realidades inseparables pero diferentes. Su seña de identidad es que el autor no considera que los colegios se llamen de forma genérica o demasiado a la ligera "Centros de educación" y que deberían ser "Centros de enseñanza", porque para educar ya está la familia. Defiende a capa y espada que los padres son los responsables de la educación de los hijos, y que nada (el Estado) ni nadie (los profesoes) deben suplantar la libertad de elegir de los padres de los educandos. El autor hace un amplio recorrido a través de diversas situaciones, conceptos, principios y buenas, o no tan buenas, prácticas educativas y escolares, y lleva al lector hacia reflexiones personales que le mueven a asumir el protagonismo que podemos, y debemos, ejercer.

A lo largo de las páginas, salpicadas de numerosos hechos reales vividos en primera persona por el autor, se presenta el hecho educativo como algo de enorme trascendencia en la vida con el que se deben detectar, tener en cuenta y satisfacer las necesidades educativas personales. Presenta un horizonte alejado de todo colectivismo e individualismo, que considera profundamente despersonalizadores y auténticos cánceres del cuerpo social.

Para educar, en el sentido más profundo y noble de la palabra, es necesario que educadores y educandos tengan muy claros los objetivos que pretenden y que la actividad se desarrolle desde la libertad, en libertad y para la libertad. Acaba proponiendo al educador que actúe de forma que los hijos o alumnos deseen imitarlo.

Como curiosidad, añadiré que la obra está salpicada de ladillos procedente de los mejores tuit (de Twitter) de su perfil donde trata de forma esquemática muchas de las partes de la educación y la libertad de la educación desde el punto de vista pedagógico.

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