Redacción Madrid. 2 de junio. Algunos países del mundo sufren por controlar su superpoblación; mientras, Rusia enfrenta graves poblemas de envejecimiento. Por eso, Moscú premiará a los padres que cuenten con más de seis hijos con incentivos fiscales y medallas.
Como una de las medidas de su nueva política de fomento de la natalidad, el presidente ruso, Dimitri Medvedev, concedió una distinción a los padres de las familias numerosas.
La Orden de la Gloria Parental se otorga a padres con al menos siete hijos, pero a las parejas con más de uno se les recompensará con ayudas económicas. Todo para intentar revertir el vertiginoso descenso de su población. Según algunos demógrafos, el número de rusos podría pasar de 140 millones a cerca de 94 millones en los próximos 40 años.
Una de las principales razones para esta caída es el brusco descenso en la esperanza de vida entre los varones rusos -que es de 59,33 años según los informes del Departamento de Estado de Estados Unidos-, especialmente por el abuso de alcohol a gran escala.
También influyen, añade Walton, la confusión y el desempleo que siguieron a la caída del sistema soviético y la propagación de enfermedades como el sida o la tuberculosis. En algunos lugares de Rusia la esperanza de vida es ahora tan baja como a finales del siglo XIX. A ello se le añade el problema de la baja tasa de nacimientos en un país de por sí grande y poco habitado. Animar a los rusos a agrandar sus familias parece ser una de las pocas opciones del gobierno para aumentar su población.
Otra, la acogida de inmigrantes. Esta opción choca, sin embargo, con la hostilidad de muchos rusos hacia los trabajadores provenientes de los antiguos países de la órbita soviética.
En los últimos años, explica el periodista, está creciendo el temor a la influencia en aumento del Islam en el país y a los vínculos de algunos inmigrantes con el crimen organizado.