El actual ejército es un reflejo de Julio Rodríguez
Javier Garcia Isac /Una hora en Libertad. El gobierno, en un acto de valentía sin límites no conocido antes hasta la fecha, decide destituir al General retirado Julio Rodríguez. El General afirma que el ya había solicitado el cese con anterioridad a su destitución. El ahora ex General llego a ser jefe del estado mayor de la defensa con el gobierno de Zapatero, y después de solicitar su ingreso en el PSOE y este ser denegado, parece ser que se presentara por “potemos” en las próximas elecciones generales. La gente muestra extrañeza y sorpresa por este hecho.
Yo reconozco que ninguna. Llevamos años destrozando una institución como el ejército, menospreciándola, ninguneándola y utilizándola de utilleros y enfermeros en el extranjero. Todo menos reconocer que debería ser el ejercito el principal garante de la defensa de la unidad de la nación, de la unidad de España. Buenos soldados y oficiales y mucho cobarde y mediocre entre sus filas. ¿Para qué destituir al impresentable Rodríguez si seguimos permitiendo el insulto continuado por parte de muchos al conjunto de España? ¿Qué esperaba este gobierno si cada vez que le son preguntados por la unidad del país solo nos remiten al tribunal constitucional? Si hasta reforman una ley con tal de no mojarse y que sean otras las instituciones que solucionen lo que ellos no son capaces.
El actual ejército es reflejo, es espejo de la situación que vive España. El ejército no es ajeno al derrumbe moral de una nación. Julio Rodríguez no es más que otro impresentable, otro individuo ruin y necio, pelota y chupóptero, de los muchos que pululan en todas las instituciones de España y muy en particular en el ejército español. Toda mi vida he sentido admiración y respeto, orgullo y lealtad hacia el ejército Español, pero reconozco con mucha tristeza que esa pasión, ese ardor se va diluyendo, se va perdiendo poco a poco. La responsabilidad de esto la tienen muchos de los que conforman y conformaron su cúpula dirigente y los malos ministros y ministras de defensa que hemos tenido, junto con el silencio cobarde y me atrevería a decir que casi cómplice de muchos de sus miembros.
Julio Rodríguez es la evolución lógica de una institución que lleva años en franca descomposición. Me duele decirlo porque amo al ejército. Lo amo por su historia de honor y gloria, por su pasado y por sus miembros caídos y asesinados por defendernos a todos nosotros. Me asalta una duda ¿el gobierno hubiera destituido, cesado o expulsado a Julio Rodríguez si no estuviéramos en campaña electoral? Probablemente no. Ahora se rasgan las vestiduras.
Que cinismo. Julio Rodríguez es es un miserable que nunca tenía que haber vestido el uniforme militar. Su comportamiento es una deshonra y un insulto a los cientos de compañeros asesinados por los amigos de aquellos a los que ahora desea acompañar en su aventura política. Vivimos tiempos difíciles, complicados y mucho me temo que esto no ha hecho más que comenzar. El ejército lleva años siendo menos preciado, vejado e insultado. Esta en último lugar dentro de las preferencias presupuestarias de cualquiera de los muchos gobiernos de los últimos 35 años. El ejercito calla, y ese silencio escandaloso también lo hace cómplice. Pareciera que no le importara nada, pareciera que esto no fuera con ellos.
No podemos escandalizarnos ahora porque un General mediocre de lo muchos s nombrados a dedo por los amigos de turno se pase al enemigo, a los amigos de los criminales de ETA. No seamos tontos. Se libera a los criminales de los compañeros asesinados, se pone en duda la unidad de España, se retiran símbolos, medallas y nombramientos de sus héroes más recientes, son vejadas nuestras creencias religiosas más sagradas y profundas y no escucho nada, y ¿ahora nos escandalizamos porque un General imbécil colega de zapatero se va con Pablo Iglesias? A mí me duelen otras cosas, otros silencios, otros insultos y este ejercito que todo lo consiente.