El debate a cuatro
Rafael Nieto, director de Sencillamente Radio, en la Inter. Mariano Rajoy se ha decidido por fin a acometer a sus rivales en las elecciones del día 26 en el terreno donde ellos creen que se desenvuelven mejor, que es en un plató de TV. El próximo 13 de junio, el candidato del PP participará en un debate a cuatro para arrancar una campaña electoral en la que, en realidad, ya hay muy poco nuevo que contar. En diciembre, Rajoy sólo quiso enfrentarse a Pedro Sánchez, que aprovechó la oportunidad para insultarle públicamente, dejando en evidencia las malas formas y peor estilo del nuevo líder socialista. Ahora, el candidato popular tendrá enfrente a tres políticos que, básicamente, lo que van a hacer es torpedearle con los errores de cuatro años de mandato.
Llama mucho la atención, en todo caso, la operación de blanqueo que las principales cadenas privadas de TV están llevando a cabo con el líder podemita Pablo Iglesias. Telecinco y Antena 3, con Ana Rosa Quintana y Susana Grisso al frente, presentaron al líder morado como un ser cercano, sensible, cariñoso con los niños, atento con los mayores, y generoso y amable con todos. Una especie de santo varón del comunismo, hecho carne y coleta, para que el pueblo español se reponga de tantos años de fascismo. Ana Rosa hizo acompañar a Iglesias de un grupo de menores ("dejad que los niños se acerquen a mí", parecía pensar el interfecto), mientras que Grisso se atrevió a jugar a los dados eróticos y a tontear con su entrevistado; hay que ver a lo que hay que llegar y lo que hay que hacer para ser una estrella de la telebasura en España.
Pero ya se sabe cómo se comporta la mayoría de la profesión periodística en España: lacayuna y servil con la izquierda, y casi siempre mezquina con la derecha, aunque con algunas excepciones, eso sí muy bien pagadas por serlo. Ser periodista en España, o presentadora de TV, o modelo-presentadora, o busto parlante, y dárselas de progre, preparando el terreno para cuando las hordas marxistas tomen el poder "al asalto" es mucho más rentable, desde luego, que cantar las verdades del barquero y afirmar, por ejemplo, que el comunismo (lo que vende y propone Podemos y Pablo Iglesias) es la ideología más asesina y liberticida de la Historia de la Humanidad, como les vengo diciendo desde hace años. Se puede ser rico y no tener vergüenza, o se puede ser pobre pero con la conciencia muy tranquila. Es cuestión de elegir en qué lado quiere estar cada uno. Las encuestas dicen que Pedro Sánchez será superado por esa entente decimonónica con olor a naftalina de Podemos e Izquierda Unida, aunque las elecciones parece que las va a ganar de nuevo el Partido Popular, suponemos que esperanzado en que Albert Rivera ablande su corazón y le preste a los populares unos votos de investidura que pongan fin a este dislate, a este esperpento de casi un año de duración, sin Gobierno y con el resto de Europa a la espera de saber qué pasa en España.
Rajoy sabe que ahora su principal enemigo es Pablo Iglesias, y ha comenzado la precampaña incidiendo en el riesgo de que nuestro país termine siendo la Venezuela del sur de Europa, un laboratorio con vocación de polvorín donde se hacen prácticas de populismo bananero aderezado con lo mejor de Marx y Engels. Un disparate del que difícilmente podríamos levantarnos. Rajoy además, como siempre que llegan las elecciones, se enfrenta a las críticas internas que siempre llegan por la misma vía: la del inevitable José María Aznar, única referencia vigente para el electorado más de derechas del PP. Un Aznar que, a través de su entorno más directo, ha dejado entrever sus simpatías hacia VOX, el partido de Santiago Abascal, para oponerlo al modelo descafeinado, naif e insípido que hoy comandan Andrea Levy, Pablo Casado, Martínez Maíllo y toda esa colección de hombres y mujeres de Estado.
Los Churchill y Thatcher de la derechita española, con perdón. Veremos si el debate da o quita al candidato del PP, que se juega (en realidad, nos lo jugamos todos) cuatro años más de gobierno con las recetas que ya conocemos, o el abismo y la incertidumbre de esa coalición diabólica que sólo tiene hoy referencias reales en lugares tan sórdidos como Cuba, Grecia, Venezuela o Corea del Norte. El PSOE será superado por un sorpasso que lo reducirá a cenizas hasta que Susana Díaz o Felipe González se decidan a reanimarlo. Se acabaron los tiempos de las medias tintas y los partidos que no saben a lo que juegan. Ciudadanos corre también el peligro de convertirse en residual en tiempo récord. La gente quiere ideas claras y certezas. Ya sólo queda una derecha acomplejada y sin talento, y la izquierda totalitaria, antidemocrática y casposa de siempre.