"Compi Yogui" no es aceptable
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Rafael Nieto, director de Sencillamente Radio, en RADIO INTER. Los que no tenemos una especial inclinación hacia la monarquía, solemos reconocer algunos valores inherentes a la institución que pueden ser beneficiosos para el Bien Común. El principal y más importante, sin duda, es la estabilidad institucional. El segundo, cada vez más discutible en España, el prestigio de la Corona gracias a la tradición histórica, si bien dicho prestigio, en puridad, habría que limitarlo casi en exclusiva a la corta dinastía de los Austrias, y en alguna excepción borbónica.
En los últimos dos siglos, la verdad sea dicha, la monarquía española no se ha cubierto precisamente de luces. Le atribuyen a don Juan Carlos gran parte del éxito de la Transición. Ya saben nuestros lectores más fieles que negamos la mayor: no que el rey emérito tuviese un papel destacado, que lo tuvo, sino que podamos considerar aquel periodo como un éxito. Durante aquellos años que siguieron a la muerte de Franco se pusieron las bases, se construyeron los cimientos, del gran carajal que es hoy la política española. Se derribaron los muros de nuestra identidad católica y patriótica, se levantó un Sistema liberal-progresista, sin principios ni más fundamento que el relativismo moral, y se forjó una casta bipartidista, nociva y dañina para el conjunto de los españoles, cuyas excrecencias, en forma de corrupción y despotismo, llegan hasta nuestros días. Por no hablar de otros episodios menores protagonizados por el padre del actual rey español. Desgraciadamente, la memoria de las dos repúblicas españolas es tan terrible, tan tenebrosa, tan llena de episodios delictivos y terroristas, que la simple pronunciación de esa palabra produce escalofríos.
Es lamentable que, en España, la república sea una forma de Estado de la que se ha apoderado la izquierda como suele apoderarse de todo: a las bravas, al margen de la ley y por supuesto sin nadie que se oponga. En concreto, sin una derecha social y patriótica, tradicional y católica, que pudiese dar a una hipotética república algunas de las esencias de España que se han perdido precisamente en los últimos doscientos años. Por eso, produce hoy un escalofrío de vergüenza ajena, una enorme tristeza, comprobar en qué manos estamos, leer esos mensajes que se han hecho públicos esta semana entre los Reyes de España y un tal Javier López Madrid, al parecer amigo de la infancia de don Felipe. Este señor se gastó casi 35.000 euros con las famosas tarjetas black de Caja Madrid, y aunque devolvió el dinero, participó, al parecer, en un intercambio de correos electrónicos muy revelador con don Felipe y doña Letizia.
La Reina, visiblemente molesta por la información periodística que revelaba el feo asunto en el que estaba involucrado su amigo, le envió supuestamente un email en el que se refería a esa publicación como "una mierda", y se despedía del tal López Madrid como un elocuente "un beso, compi yogui". Al parecer, eran compañeros de yoga. Que una reina de España se exprese de esa forma, aunque sea en una comunicación privada que después han filtrado terceras personas, no sólo desmerece a la persona y al cargo, sino también lamentablemente a la institución.
"Compi yogui" produce vergüenza ajena en un vecino, en un compañero de trabajo, en un familiar, en un locutor de radio; pero en una reina..., en una reina de España, "compi yogui" es inaceptable. Y referirse a una revista como "una mierda", por mucho que a Su Majestad no le guste lo que ha publicado, es realmente lamentable. Impropio de una reina de España y de una institución que en nuestro país es milenaria como la monarquía. Iñaki Gil, director de La Otra Crónica (esa "mierda" de revista), hizo pública una carta abierta a doña Letizia, diciendo grandes verdades y formulando interesantes preguntas sobre qué tipo de amistades tienen o han tenido Sus Majestades. No somos ilusos ni vivimos en la Edad Media, así es que no pediremos, aunque reconocemos que nos gustaría, tener una reina como Isabel La Católica, que sí conocía exactamente los deberes y obligaciones que debe tener alguien que se sienta en el trono de la Monarquía Española.
Nos conformamos con recordar a Su Majestad que todos los españoles esperamos de ella, y de su augusto esposo, el saber estar, la educación y la discreción que caracteriza a los monarcas de todo el mundo, y sin las cuales la institución no es que se resienta; es que, probablemente, deje de tener el menor sentido y por tanto deba ser sustituida por "otra cosa". No lo llamaremos "república", no vaya a traernos tan mala suerte como las dos anteriores. Rafael Nieto, director de Sencillamente Radio, en RADIO INTER, 918 am.